Juan Manuel Santos Calderón resultó reelegido para cuatro años más por una poderosa maquinaria política y burocrática que se empleó a fondo para ratificar en el cargo al actual jefe de Estado que había puesto toda su esperanza en los bastiones electoreros donde reinan los barones del voto aceitado con dinero, mercado y trago.
La estrategia le dio resultado logrando cuadruplicar la votación de su contrincante en esos bastiones electorales que para tristeza de nuestra dignidad y moral, resulta formar parte de nuestro gran Caribe, mirado siempre por el centro del poder como “la puta del paseo” a la que se puede comprar para alcanzar el propósito.
Los Ñoños, Musa, Gerlein, Name y Benedetti, dirigentes de la política de nuestra gran costa Caribe, hicieron el trabajo de ‘aceitada de la maquinaria’ re electoral a la perfección y le cumplieron la promesa que le hicieron al candidato Presidente, hasta el punto que hoy día Santos le debe su triunfo a la Costa Caribe, que esperaría la redención de su Gobierno que ojala se traduzca en progreso de verdad para su comunidad y no solo más poder y riqueza de sus dirigentes.
Santos muy oportunista, habilidosamente se hizo elegir con un discurso de paz que con el paso del tiempo se convertirá en otra frustración para el país, porque simplemente la paz no llegará por cuenta de la firma de un papel, sino que solo se lograrà cuando verdaderamente en este país haya justicia social, cuando no exista la exclusión, cuando la corrupción política no se robe los hospitales, las carreteras, los parques, los acueductos, etc.
Lo de Santos más que buenas intenciones políticas es un asunto de ego y vanidad personal de alguien que se ha hecho elegir cabalgando sobre otros para llegar a donde ha querido pero con la meta fijada de pasar a la historia, bien sea por firmar una paz imperfecta o por aspirar a un Nobel de paz.
En todo caso, con los abusos de poder, una aceitada maquinaria electoral, un poderoso aparato de propaganda oficial y unas alianzas que mezclan amigos con enemigos e ideologías diametralmente opuestas que en otras circunstancias serían agua y aceite, eso fue lo que Colombia eligió para los próximos cuatro años, y lo que resta esperar es que el ensayo gubernamental salga lo mejor posible y que los temores de los casi siete millones de colombianos que no votaron por Santos, que forman parte de la otra mitad de Colombia, que no les gusta su modelo político, económico y de negociación del conflicto, no resulten ciertos y que vayamos camino hacia una venezolanización de nuestro país, porque no solo padecerán las consecuencias de ello quienes votaron en contra del Presidente, si no que muchos de los que hoy le apostaron a su propuesta re electoral serían los primeros en arrepentirse de semejante cercanía a unos “ejes del mal” que han mostrado en América Latina que no son modelos de respeto por los principios democráticos y las libertades y garantías ciudadanas. Amanecerá y veremos.