Por: Daniel Newball H.
A nadie le gusta pasar por esta etapa, pero la difícil y siempre complicada etapa de transición es necesaria para ver los resultados que, al final, nos llevarán a cosechar enormes y satisfactorios frutos que podrán mejorar nuestra calidad de vida y preservación para un largo período de tiempo.
No es fácil ver como los demás van tomando ventaja, dejándonos atrás rezagados llenando sus deseos frívolos y triviales minando nuestra autoestima adquiriendo objetos banales y aislándonos de aquello que nos hace felices, haciéndonos de forma infame sentirnos como auténticos parias en nuestra propia tierra.
Es necesario hacerle sentir a esta fauna indolente de “asesinos seriales”, disfrazados de burócratas temporales, lavadores de riquezas de dudosa procedencia y magnates ocasionales de que lo que se adquiere de un momento a otro y de forma advenediza desaparece de la misma manera y sólo quienes siembran y atraviesan por el fuego sabrán de qué están hechos realmente.
Muchos hablan de los éxitos de nuestra Selección Colombia de fútbol y tratan de colocarla como ejemplo de cómo se logra el éxito con trabajo arduo, pero lo que no explican es la historia que antecedió a lo que estamos pasando ahora, cuando abrazábamos la gloria y endiosamos a los protagonistas de otrora como si se tratara del final de la historia, una historia que tuvo una etapa de dolor y lágrimas pero que ahora podemos, quienes atravesamos por esta etapa dolorosa, contar con orgullo, y un poco de nostalgia, la redención que estamos pasando.
Existen muchos conceptos ambiguos, pero para los expertos en el tema hay una leve coincidencia en que en la vida de una persona habrá tres etapas en la transición. La primera etapa sucederá completamente al final de la tercera dimensión. Es la fase donde habrá muchas partidas y suele tener un carácter meramente catastrófico.
La segunda etapa será cuando haya habido un muy importante paso vibratorio después de los tres días de oscuridad y la tercera etapa será el comienzo de la quinta dimensión y de su estabilización.
Vivimos en una sociedad en la que se buscan resultados rápidos, eficiencia y productividad. Pero el ritmo de la Naturaleza es otro y toma su tiempo modificar lo que ha tardado mucho en construirse.
Ante los grandes fracasos es necesario hacer un alto en el camino hacer una revisión profunda sobre los hechos que van teniendo lugar para luego avanzar hacia resultados más promisorios, de modo que podamos evitar que sigamos en una catarsis interminable y observar un proceso evolutivo de mayor envergadura.
A nadie le gusta estar en una etapa donde debemos observar impávidos como las demás regiones progresan y pueden disfrutar de los resultados pero a nadie tampoco le gusta estar sumido en un letargo interminable de fracasos que nos harán la vida miserable.
Para las Islas, tal y como nos ocurrió desde el punto de vista socioeconómico, donde debimos pasar del comercio a la hotelería y el turismo de gran nivel debido a los cuellos de botella impuestos por la apertura económica de los años 90 en la Colombia continental, es necesario ahora hacer una reingeniería en el campo del liderazgo social que, como ya lo hemos venido mencionando en columnas anteriores, está en un estado crítico.
La recesión económica ha hecho que los directivos se hayan tenido que enfrentar a grandes retos para lograr liderar a sus organizaciones a través de los tiempos más difíciles de los últimos años. Esto se produce, además, en un clima desconocido para muchos, donde la incertidumbre está presente en todos los niveles.
Se puede observar una modificación en las causas que motivan las reestructuraciones empresariales, estando ahora más encaminadas a reducir costes y personal, y a centrarse en el núcleo de su negocio.
Esto, que es necesario para la supervivencia de muchas organizaciones, supone una amenaza, si no se realiza una correcta gestión de la transición, pudiendo poner en apuros a la compañía a largo plazo.
Para el escenario que vivimos a nivel local en el archipiélago, es necesario ir perdiéndole el temor a las etapas de transición, sentar cabeza y confiar en nuestras capacidades de transformación social en lugar de quedarnos impávidos ante las dificultades que estos períodos nos pueden imponer.
No se puede seguir estancados en esa conducta de limosneros y perros caneceros cuya finalidad es pedirle a los que tienen para poder subsistir, esperando la hora para poder ir a otro lugar para pedir ya que la necesidad lo obliga todo.
Es importante reconocer que no todo va a permanecer igual, todo tiende a transformarse y que los que antes poseían luego tendrán que esforzarse desde cero para poder volver a tener y quienes no tenían podrán recoger la cosecha para poder disfrutar por lo que es importante esforzarnos y ser valientes.