Por: Daniel Newball H.
Su color resaltaba sobre todo lo demás, era como un poderoso halo que resaltaba sobre el firmamento lleno de objetos grises, oscuros y sórdidos que suelen hacer parte de nuestro universo citadino, rocambolesco y frío de la era contemporánea.
Las rosas amarillas que regaló el maestro Gabriel García Márquez en su última aparición pública en marzo de ese año fueron un obsequio de grata recordación de iluminación, genio e intelectualidad propias de un maestro de las letras pero también el anuncio del fin de una era maravillosa que, como una mariposa, alcanzará su máxima madurez de inmortalidad y grandeza que ahora las nuevas generaciones tendrán la oportunidad al disfrutar de la leyenda que para el imaginario colectivo se convertirá el maestro de las letras.
Es innegable que al ver a “Gabo” con una rosa amarilla prendida de su chaqueta y la repartición de las mismas a los periodistas presentes para felicitarlo causó muchas preguntas y curiosidad sobre el por qué se recurrió a un índice tenue de gran significado para devolver las atenciones y homenajes en su octogésimo séptimo cumpleaños.
En Cien Años de Soledad, “Gabo” las menciona cuando relata que “poco después cuando el carpintero tomaba las medidas para el ataúd, vieron a través de la ventana que estaba cayendo una llovizna de minúsculas flores amarillas”.
Su esposa y eterna compañera Mercedes Barcha siempre ha colocado un ramo de rosas amarillas en su mesa de trabajo, flores que “Gabo” consideró de buena suerte.
Un camarero del Hotel Ritz de Madrid, sobrecogido por la muerte de “Gabo”, recordó el encuentro que tuvo con el escritor en 1985 cuando llegó a su habitación para regalarle una rosa amarilla y recordó también lo que alguna vez dijo cuatro años antes para el diario El Pais al afirmar que «para que vuelva a entrar la buena suerte en una casa desollada por la desgracia no hay nada más eficaz que un ramo luminoso de flores amarillas.
“Es incluso un conjuro invencible contra las nubes oscuras que suelen perturbar en ciertos días inciertos el oficio misterioso de escribir. Cuando los dedos se nos enredan en la tecla equivocada, cuando no conseguimos que los personajes respiren con su aliento propio en el ámbito de la novela, cuando uno no encuentra la palabra compasiva que los ayude a morir sin dolor, es porque algo falta en el aire del cuarto en que se escribe. Y lo que falta casi siempre es una flor amarilla.”
El amarillo es uno de los colores primarios que forman parte del espectro de la luz solar. Es el complementario del violeta, absorbe la luz azul y las flores amarillas son las que poseen mayor luminosidad, y dan a los jardines una vivacidad incomparable.
Las rosas amarillas simbolizan alegría y agradecimiento, quieren decir “piensa en mí”, aunque al tiempo pueden significar tristeza, envidia o transmitir un mensaje detrás de la sonrisa.
Es un buen presente para la graduación de alguien, pero si deseas conquistar a una persona no es conveniente regalar rosas amarillas, porque le quieres decir que solo te interesa su amistad, o cuando tienes una relación con alguien y le quieres mostrar que las cosas ya no funcionan igual y la quieres de otra forma también es conveniente regalar rosas amarillas como despedida de un sentimiento significativo.
Las rosas amarillas por su color amarillo aportan felicidad, es un color brillante, alegre, que simboliza el lujo y el cómo estar de fiesta cada día.
Se asocia con la parte intelectual de la mente y la expresión de nuestros pensamientos, las rosas amarillas simbolizan la memoria y las ideas claras, son muy convenientes para felicitar a alguien por un logro en su vida.
La capacidad de las rosas amarillas dejan ver lo que otras no iluminan, te hacen ver mejor las cosas de la vida, los caminos. Cuando regalas rosas amarillas muestras otra perspectiva de la vida, las rutas a seguir, por eso las personas se enferman les regalan rosas amarillas
Y muchas personas se preguntaran porque de este color, pues el significado de estas es la recuperación, que a pesar de los tropiezos de la vida todo se puede iluminar, te dan la capacidad de juzgarlo todo y son ideales para regalar a un adolescente.
Para Gabriel García Márquez las flores amarillas hicieron parte de su realismo mágico, la misma que hizo parte de ese inmenso universo que sedujo a los amantes de la buena literatura.
Para mí, fueron la muestra de su grandeza literaria pero también fueron el anuncio de su despedida, de su partida terrenal para formar parte de ese altar donde solo las leyendas se posan para iluminar a los que pretendemos seguir su legado de historias maravillosas e inspiraciones eternas.
Desde ya, las rosas amarillas, al igual que en la vida de “Gabo”, harán parte de mi realidad, una realidad de magia, energía y color que los incrédulos infames pretenden robar con insulsas conjeturas pero que serán derrotadas y reprendidas por la inspiración y la belleza de las historias bien contadas.