Por: Daniel Newball H.
Dentro de las tendencias modernistas que van transformando los hábitos de vida de los isleños ya podemos incluir los procesos científicos de calidad que se implementan para poder aprovechar el agua salada proveniente del mar para convertirlo en un producto de consumo humano de confianza absoluta.
Las empresas privadas lo vienen haciendo, los hoteleros ya cuentan con plantas desalinizadoras propias donde adelantan el proceso y, con el paso del tiempo, la empresa de acueducto local, la cual viene haciendo las reclamaciones para que consuman su producto, se verán obligados a cambiar de estrategia para lograr niveles de penetración y consumo.
Ya son incalculables las inversiones que se vienen ejecutando por parte del Gobierno Nacional para dar ejecución a los Planes Departamentales de Agua, un verdadero fracaso si se tiene en cuenta que aun hay zonas del país que no cuentan con el servicio de suministro del preciado líquido.
Con bombos y platillos vimos como el Presidente de la República Juan Manuel Santos anunciaba la ejecución de un proyecto macro que permitirá que zonas densamente pobladas en el área de North End puedan contar con el servicio de acueducto y alcantarillado.
No obstante los esfuerzos, o quizá los planes de enriquecimiento y ganancia de jugosas comisiones de éxito por parte de los “amantes de la cometa”, vemos que las empresas, y quizá las comunidades organizadas a nivel local, implementan sistemas donde aprovechan los recursos ilimitados que ofrece la Mar Océano y recurren a procesos de desalinización.
Según las informaciones publicadas por investigadores, la desalinización es un proceso mediante el cual se elimina la sal del agua de mar o salobre, las plantas desalinizadoras son instalaciones industriales destinadas a la desalación, generalmente del agua de mar o de lagos salados para obtener agua potable.
El agua del mar tiene sales minerales disueltas y debido a la presencia de estas sales, el agua del mar es salobre y no es potable para el ser humano y su ingestión en grandes cantidades puede llegar a provocar la muerte.
El 97,5% del agua que existe en nuestro planeta es salada y sólo una cantidad inferior al 1% es apta para el consumo humano, conseguir potabilizar el agua del mar es una de las posibles soluciones a la escasez de agua potable.
Mediante la desalinización del agua del mar se obtiene agua dulce apta para el abastecimiento y el regadío y las plantas desalinizadoras de agua de mar han producido agua potable desde hace muchos años, un proceso muy costoso y hasta hace relativamente poco sólo se han utilizado en condiciones extremas.
Actualmente existe una producción de más de 24 millones de metros cúbicos diarios de agua desalada en todo el mundo, lo que supone el abastecimiento de más de 100 millones de personas.
Pero al igual que ventajas, las plantas desalinizadoras también presentan inconvenientes ya que en el proceso de extracción de la sal se producen residuos salinos y sustancias contaminantes que pueden perjudicar a la flora y la fauna.
Además, suponen un gasto elevado de consumo eléctrico, con el fin de evitarlo, actualmente se están realizando estudios para construir plantas desaladoras más competitivas, menos contaminantes y que utilicen fuentes de energía renovables.
En la isla, existen ya cuatro plantas, coordinadas por profesionales isleños en ingeniería sanitaria y química los cuales han podido poner al servicio de estas plantas para lograr productos de calidad.
Como establece la información, los procesos son costosos por los factores que intervienen para lograr productos de calidad y de altos niveles de confianza para los consumidores, el costo apenas justo por vivir en un territorio insular como el nuestro y ante las puertas de la escasez de recursos ante el cual nos vemos abocados por la sobrepoblación local.
Un asunto que requiere de la más profunda reflexión ya que, mientras se hacen inversiones por la creación de infraestructuras del servicio, se encuentran alternativas que podrían llevar al traste los mismos, iniciativas comunitarias que servirán de alternativa ante los costos que se le siguen cobrando al consumidor, y por alto costo, y muchas veces sin que les llegue una gota de agua a sus domicilios.