El pasado martes Colombia volvió a ser notificada por la Corte Internacional de Justicia, CIJ con sede en La Haya, Holanda, que la República de Nicaragua volvió a entablar demanda contenciosa y limítrofe por sus diferendos en el Caribe Occidental, en la jurisdicción del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, en esta ocasión argumentando que Colombia no ha cumplido el fallo del 19 de noviembre de 2012 y por supuestas amenazas bélicas de nuestro país.
Con ésta ya Nicaragua acumula tres demandas contenciosas contra Colombia por los mismos asuntos; la primeras de ellas ya le resultó favorable en la decisión de noviembre del 2012, posteriormente una nueva en pretensión de hacerse a una plataforma marítima extendida más allá de las 200 millas náuticas que incluso pretende que llegue hasta costas próximas a Cartagena.
Y la demanda de esta semana pretende presionar que se obligue a Colombia a acatar el fallo que le resultó favorable a Nicaragua, no obstante que es claro que nuestro país no ha desacatado la decisión judicial pero tampoco lo puede aplicar por que jurídicamente resulta imposible por cuanto la Constitución Nacional de Colombia establece que los límites de Colombia solo son aquellos que están fijados en tratados y laudos, mas no por decisiones judiciales de tribunales internacionales como es el caso de la decisión del CIJ.
En esta ocasión, afortunadamente Colombia a través de su canciller y de su ministro de Defensa decidió asumir una posición mucho más categórica y llamar a consultas a su embajadora en Managua y reprochar la nueva demanda por cuenta de un inamistoso acto que rompe con las posibilidades de negociación bilateral en procura de resolver de manera diplomática los conflictos limítrofes de ambos vecinos.
De hecho el Gobierno colombiano ha hecho saber que la actitud de Nicaragua es hostil y provocadora de enfrentar a otros países contra Colombia, incluyendo autorizaciones a terceras naciones para hacer patrullajes en aguas que están en disputa aún entre ambos estados y que no contribuyen a la paz de la región que sean involucradas en asuntos bilaterales por definir o que promuevan la presencia de potencias europeas en nuestro vecindario con sobrevuelos ilegales sobre nuestro espacio aéreo.
Colombia no se puede quedar de brazos cruzados ante estas provocaciones y actitudes hostiles de un vecino que hasta la saciedad ha demostrado ser un muy mal vecino, un busca pleitos que tiene demandas contra otras naciones como Costa Rica, Honduras, Panamá y Jamaica. La respuesta colombiana dentro de la diplomacia e incluso dentro del multilateralismo debe ser firme y persistente en demostrar que Nicaragua es quien tiene afanes expansionistas, pero si ello no es suficiente la persuasión de fuerza debe operar a efectos de que Nicaragua entienda de una vez por todas que su inamistosa actitud no puede seguir prosperando por mucho que tenga visos de legalidad en marco del derecho internacional, cuando de lo que se trata es de una actitud poco amigable.