Tres tripulantes que habían superado una infección previa por el virus se libran de un nuevo contagio tras la aparición fulminante de más de un centenar de casos en su embarcación
MANUEL ANSEDE
21 AGO 2020
El barco pesquero ‘American Dynasty’, de la empresa estadounidense American Seafoods.
A falta de experimentos con seres humanos en el laboratorio —desaconsejables con un virus potencialmente letal que no tiene tratamiento—, los científicos escrutan el planeta en busca de experimentos naturales, acontecimientos caprichosos que puedan ayudar a entender mejor la peste del nuevo coronavirus.
Uno de estos fenómenos improbables comenzó el 13 de mayo, cuando el barco American Dynasty, especializado en la pesca de lenguados de aleta amarilla, zarpó de Seattle (EE UU) con 122 tripulantes a bordo supuestamente saludables. Poco más de dos semanas después, el buque tuvo que regresar a puerto, tras enfermar gravemente uno de los trabajadores hasta requerir hospitalización.
El 85% de la tripulación estaba infectada por el coronavirus.
Es un experimento natural fascinante. Prácticamente todos los tripulantes —120 de 122— se habían hecho análisis uno o dos días antes de zarpar, sin rastro del virus.
Tres de ellos presentaban anticuerpos neutralizantes, las proteínas producidas por el cuerpo humano para defenderse del nuevo coronavirus, indicio de haber superado la infección en el pasado.
Los 122 miembros volvieron a hacerse análisis al llegar a puerto. “Ninguna de las tres personas que tenían anticuerpos neutralizantes antes de zarpar se infectó durante el brote”, subraya ahora un grupo de investigadores de la Universidad de Washington, que ha publicado un estudio preliminar sobre el caso del American Dynasty.
“Por el contrario, de las otras 117 personas seronegativas [sin anticuerpos detectables], 103 se infectaron”, recalcan.
La muestra es muy pequeña, pero los autores creen que esta diferencia es estadísticamente significativa. “Son los primeros datos del mundo real que muestran que los anticuerpos protegen frente a la covid”, sostienen estos virólogos de la Universidad de Washington, encabezados por Alex Greninger.
Su estudio es de momento un borrador pendiente de revisión para su publicación en una revista especializada, pero ya ha recibido aplausos de expertos independientes.
El virólogo Florian Krammer, del hospital Monte Sinaí de Nueva York, ha afirmado que se trata de “la primera prueba del efecto protector de las infecciones previas”.
Foto y textos tomados de El País