Fue más veloz el cáncer que el maratonista. Por las calles de San Andrés ya no se verá la figura de ese deportista que gritaba a los cuatro vientos su gusto por el atletismo mientras luchaba internamente y en silencio contra una enfermedad terminal.
Por Antonio Colmenares Martínez
Muchas veces en sus entrevistas con la prensa Ángel Ignacio Mejía, conocido cariñosamente como ‘Papo’, suministró la información puntual sobre sus deseos de representar a San Andrés en grandes competencias como la Media Maratón de Bogotá o la competencia que se realiza durante el mes de octubre en San Andrés. Era puntual saltando de la cama a las cuatro de la mañana para empezar sus entrenamientos, era puntual con sus alimentos y en silencio, con la mayor reserva, era puntual con sus medicamentos, porque quería vivir y vivir para ganar en las pistas, en las calles y en sus labores cotidianas.
Hay que recordar sus palabras en una entrevista que concedió a este medio en mayo de este año: “Para mí, – dijo- el deporte después de nuestro Señor es una pasión, después de las cuatro de la mañana la cama me molesta y empiezo a entrenar en las calles de San Andrés, estoy haciendo deporte desde los trece años y en el campo deportivo aspiro a permanecer con buena salud, conseguir triunfos, sacar un buen puntaje en las carreras y obtener una buena marca para ofrecérsela a San Andrés”, anotó esa oportunidad.
Una de esas mejores marcas la logró Ángel en la Media Maratón de Bogotá en el 2011. “Ese año me fue muy bien porque fui bien entrenado, estaba bien oxigenado porque me fui con tiempo para la capital y para mí fue una bendición. Ahora voy para mi quinta carrera en Bogotá este año. Represento a la isla con mucho amor, con pasión, con orgullo, me gustaría que un nativo corriera al lado mío pero las cosas no se han dado”, aseguró.
Su deseo de vida lo subrayaba todos los días con su trote matutino, con las primeras luces del sol, soñando tal vez con los triunfos, con los aplausos y desde luego, con ganar la carrera más importante, la de mantener la vida a toda costa ganándole el ‘pique’ a la enfermedad.
Y la verdad lo logró hasta la semana pasada cuando el cronómetro de la vida se le detuvo. Había llegado el momento de terminar poniendo el pecho contra la cinta de la meta, como lo hacen los campeones, solo que no alcanzó a mirar su propio reloj para saber su marca, en ese momento, cuando quería autocalificarse, la vida se le fue, definitivamente.