El Pais de Cali y El Nuevo Dia de Tolima coinciden en la tematica: ¿Planea viajar a San Andrés? esto es todo lo que debe saber sobre los tiburones
Diego Cardeñosa tomó un vuelo directo entre Miami y el Archipiélago de San Andrés para cumplir una misión: capturar al tiburón Tigre que el pasado viernes 18 de marzo de 2022 mordió al turista italiano Antonio Straccialini, lo que le generó un paro cardiorrespiratorio que le causó la muerte.
Hace unos días, Diego, junto con funcionarios de la Corporación Coralina, cumplió con su objetivo. Mientras caminaba por las calles de la isla contaba cómo se captura un tiburón como si aquello fuera una operación de rutina.
Fue muy fácil. Cuando llegamos al sitio donde habían visto a los tiburones (eran dos), también los vimos. Llevaban seis días en la misma zona. Estaban tan cerca, que se podían observar desde una roca, en el Área Marina Protegida Seaflower. Fue cuestión de tirar un anzuelo con carnada, el tiburón mordió el anzuelo, dejamos que peleara con una bolla que le soltamos, una bolla grandota. El tiburón se empezó a cansar, y cuando estaba agotado, lo acercamos a la lancha, lo atamos con unas cuerdas para que quedara cómodo y la maniobra fuera segura tanto para el tiburón como para uno, porque realmente se está muy cerca a la boca, y una vez lo tuvimos asegurado lo medimos, le tomamos una muestra de ADN, miramos si era macho o hembra (era hembra) y le pusimos una marca satelital para seguirle los movimientos, vigilar si salió de la isla o no. Lo liberamos en aguas profundas, lejos de San Andrés, para que el animal no aterrorice más al Archipiélago. Estuve nadando en el sector y comprobé que no había presencia de otros tiburones.
Como depredadores, los tiburones mantienen las poblaciones de otros peces en la proporción adecuada dentro de la cadena alimenticia.
Diego, quien nació en una ciudad muy lejos del mar (Bogotá) es uno de los científicos que más conoce de tiburones en el mundo. Becario en la Universidad Internacional de la Florida, se ha dedicado a investigar y combatir el comercio ilegal de tiburones en peligro de extinción. Él cuenta que desde los tres años (tiene 35) se enamoró del océano. De niño dibujaba tiburones, y sus padres, buzos, le contaban historias fabulosas sobre encuentros con estas criaturas marinas. Mientras sus amigos soñaban con ser bomberos o policías, Diego supo que quería ser biólogo.
Cuando se enteró de la noticia del ataque del tiburón al turista de 56 años, se sorprendió con la reacción de la mayoría de ciudadanos, que se preguntaron cómo era posible que existieran tiburones en San Andrés.
La reserva de Seaflower y el Archipiélago en general, explica Diego, es una zona donde hay abundancia de tiburones, lo que es una prueba más para afirmar que lo sucedido es bastante inusual: nunca se había escuchado que atacaran a un turista. Tampoco es la primera vez que detectan la presencia de tiburones tigre, considerados más agresivos que otras especies, o que merodearan cerca de la costa. Es normal que estén, lo que es anormal es que haya ocurrido un ataque.
En mis 35 años de vida nunca había escuchado de un ataque de tiburón en San Andrés a un turista. ¿Cuánta gente ha entrado al agua en 35 años y cuántos ataques ha habido? Si uno divide uno entre miles y miles puede comprobar que la probabilidad de que eso pase es ínfima – decía Diego después de salir de una tienda de la isla donde una joven aseguró que jamás volvería a nadar donde ocurrió el incidente: Pox Hole, localmente conocida como la Piscinita.
Es un sector que hace parte del área marina protegida, cerca de donde se bañan algunos turistas, algo que el tiburón, por supuesto, no tiene cómo determinar. No distingue qué área es reserva y qué se destina al turismo.
Diego le preguntó a la joven si en caso de que él saliera de la tienda en una moto y se accidentara, ella no volvería a conducir. Se quedó pensativa. Mientras que en 2021 once personas murieron en todo el mundo a causa de la mordedura de un tiburón, según los datos del Archivo Internacional de Ataques de Tiburón (ISAF), en Colombia fallecieron 7.270 ciudadanos en eventos de tránsito.
Aunque también es cierto lo que dice el matemático Jhon Allen Paulos, en su libro El Hombre Numérico, citado por Mario Jaime en la obra Tiburones: “los acontecimientos raros frutos del azar, (como el ataque de un tiburón), no se pueden predecir individualmente. El hombre debe minimizar o maximizar el riesgo en su trato con un animal, dependiendo de las actividades que realice y los lugares donde las realice”. ¿Qué riesgo se va a tener de ser atacado por un tiburón en una ciudad sin mar como Cali, por ejemplo?
Pero es como por el amarillismo y el impacto que genera el tiburón, por ser tiburón, lo que causa esa repulsión o ese miedo a las personas. Sin embargo todos los días hacemos actividades mucho más riesgosas que nadar en el mar, y las probabilidades de que eso termine en un ataque son muy bajas. Es más probable ganarse la lotería dos veces que ser mordido por un tiburón – decía Diego.
Él sin embargo no está de acuerdo en generalizar: no está bien decir que todos los tiburones son peligrosos, porque de las 500 y un poco más de especies que existen en el planeta, el 99% son inofensivas para el ser humano. Pedro López Alegret, en su libro Corales y Tiburones, escribe de hecho que la mayoría de las presas de estos peces por los que sentimos tanta atracción “son pequeñas y débiles, y en muchas ocasiones están heridas”.
Pero tampoco está bien no contar el otro trozo de la historia: hay especies que pueden tener un potencial de peligro o riesgo mayor para el hombre: el tiburón tigre, como el que atacó al turista en San Andrés, es una de ellas. Puede ser agresivo, pero sobre todo es curioso. Se le atribuye la mayoría de ataques a personas en Hawái y Australia.
También el tiburón blanco, que nada en las profundidades y cuando divisa a una presa se lanza verticalmente para dar el primer golpe. O el tiburón toro, que puede permanecer tanto en el mar como en los ríos, y algunos científicos comparan su forma de morder como la de un pitbull.
Según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), más de un tercio de todos los tiburones del mundo están en peligro de extinción. El buzo Ricardo León Arce, fundador de Malpelo Tours, una compañía dedicada a llevar turistas a bucear en Malpelo, lo explica de manera sencilla: permanecer entre estos tiburones es similar a estar un safari.
No es lo mismo estar cerca de una jirafa o de un mono, que acercarse a un león o a un rinoceronte. Hay que tomar mayores precauciones. Lo mismo ocurre con un tiburón blanco, tigre o toro.
Si por ejemplo me encuentro un tiburón martillo, o un nodriza, o un coralino, me tiro al agua sin pensarlo a mirarlos y listo. Con un tiburón tigre me metería también, pero con más cuidado porque no es del todo inofensivo. Es un tiburón de gran tamaño, curioso, está acostumbrado a comer presas grandes, un accidente con él podría ser mortal, entonces pues hay que tomar medidas. O con un tiburón blanco. No me metería a nadar con un tiburón blanco si lo veo cerca de la lancha – dice Diego.
Lo que se pregunta ahora es qué explica que dos tiburones tigre hayan estado por seis días consecutivos en la misma zona de San Andrés.
Aunque en el área marina protegida de Seaflower hay abundancia de tiburones, (desde 2008 es prohibido pescarlos allí, lo que ha permitido que las poblaciones crezcan y se mantenga el equilibrio del ecosistema marino), lo extraño es que dos tiburones tigres hayan permanecido tanto tiempo en el mismo lugar y haya sido tan fácil encontrarlos. Por su naturaleza son solitarios, no permanecen en un mismo sector, son migratorios, así que algo los estaba atrayendo.
Diego cree que es posible que se trate de restos de pesca. Conoció denuncias de personas que matan tortugas y, como es una práctica prohibida, las pelan, les sacan la carne en el agua, y lanzan los restos al mar para evitar ser capturados por las autoridades con material que los incrimine. Es el caldo de cultivo perfecto para que ocurran accidentes como el del turista italiano, sobre todo porque el principal sentido del tiburón para orientarse es el olfato. No son pocos los biólogos que los llaman “los sabuesos del mar”.
El turista italiano al parecer tampoco llevaba el equipo recomendado cuando se nada en aguas abiertas: una careta y un snorkel para mirar qué hay debajo del agua y en los alrededores. Es posible que el tiburón tigre, que utiliza el factor sorpresa para atacar, lo haya estado rondando desde hacía varios minutos, como avisándole de que no era bienvenido, sin que este se percatara. También hay que tener cuidado con los colores de lo que se lleva puesto cuando se nada en aguas abiertas. Los colores vivos pueden atraer a los tiburones. Es aconsejable usar trajes de tonos oscuros.
Según el tamaño de la mordida al turista, de otro lado, lo más probable es que al ataque se debió a la curiosidad. Los tiburones ‘tantean’ con la boca. Si hubiera querido comerlo, la mordida hubiera sido muy distinta, no un trozo de la pierna. Los tiburones por cierto no usan los dientes para masticar, sino para rasgar la carne. Como un cuchillo. Y la carne humana no les satisface, luego no hacemos parte de su dieta. Es una carne sin la suficiente grasa que requieren para su alimentación, a no ser que se tratara de un tiburón con demasiada hambre, algo que también está descartado: si hubiera sido así, la mordida, igualmente, hubiera sido muy distinta, y no solo una.
— Los tiburones en definitiva no atacan deliberadamente al ser humano. Por lo regular, en los esporádicos casos en que ocurren, lo hacen por una defensa o por confusión o curiosidad. El mensaje es que la gente guarde la calma y que disfrute del mar con precaución, porque la probabilidad de que un ataque vuelva a ocurrir es muy baja. Podemos pasar la página y seguir adelante – dice Diego.
Felipe Orlando Ladino Archila es ecólogo en la Fundación Malpelo, dedicada a la protección de las áreas marinas y costeras de Colombia. Parte del trabajo de Felipe es el marcaje de tiburones. Consiste en ponerles etiquetas para rastrearlos, saber por dónde se mueven, por cuánto tiempo se quedan en un lugar. Felipe les instala una especie de chip, similar a un piercing, debajo de la aleta dorsal. Para hacerlo se ubica arriba del tiburón, para que no lo vea, y cuando les pone la etiqueta, en el 98% de los casos el tiburón huye. En el otro 2% el tiburón es tan grande que no siente. Solo una vez un tiburón se quedó observándolo mientras hacía la maniobra, pero no lo atacó.
— Cuando el tiburón hace contacto visual con el ser humano, su reacción natural es huir. Por eso los ataques a personas son tan poco frecuentes. Incluso si una persona decide agredir a un tiburón, molestarlo, su reacción natural es irse.Felipe está de acuerdo en que en caso de encontrarse con un tiburón blanco, toro o tigre, se debe tener mayores precauciones. Como jamás darles la espalda. Y salir del agua nadando con movimientos rítmicos, tranquilos, de manera sutil. El chapoteo puede ser interpretado por el tiburón como una presa herida, por lo que podría estimularlo para que embista. Tienen un sentido, llamado línea lateral, que les permite detectar las vibraciones en el agua.
En todo caso es bastante improbable encontrarse con un tiburón tigre, blanco o toro. Hay buzos que han intentado avistarlos tras miles de inmersiones y no lo han logrado. Lo que Felipe cree que pudo atraer a los tiburones tigre a esa zona de San Andrés es justo el apodo que tienen: los llaman “las canecas del mar”. Acostumbran a comerse los residuos que están por ahí flotando. Es posible entonces que los turistas hayan dejado basura que los estimulara.
— Hay muchos mitos alrededor de los tiburones que generan miedo, dicen por ejemplo que una gota de sangre los atrae, eso es verdad pero para peces, lo que sienten son compuestos químicos que están en la sangre de los peces, no en la de los humanos – aclara Felipe.
Erika López es instructora de buceo y directora de la Fundación Biodiversity Conservation Colombia que, en Malpelo, dispone de El Silky, un catamarán dedicado a ahuyentar a los barcos de pesca ilegal de tiburones.
Erika recuerda que hace unos años, en la isla de Providencia, dos pescadores combatieron durante horas con un tiburón limón. Los pescadores se habían quedado sin motor, y decidieron nadar hasta la playa con los peces que lograron atrapar aquella mañana atados al cinto.
El tiburón los siguió intentando robarles las presas, y ellos, viejos zorros del mar, pudieron llegar a salvo, no sin combatir con el animal. Lo que quiere decir Erika es que no son pocos los ataques de tiburón que son causados por imprudencias del ser humano.
— Hay una práctica muy habitual y es hacer pesca deportiva con arpón. Generalmente quienes lo hacen enganchan los peces a un arnés y continúan pescando. Estos peces muertos pueden atraer a los tiburones y causar un ataque. O la práctica de alimentar tiburones para atraerlos y que sean vistos por los turistas. Debe hacerse con mucho cuidado. Yo alimenté tiburones en un acuario en Curazao y renuncié tres días después. Me pareció muy peligroso.
Lo mismo piensa el profesor universitario e instructor de buceo, Jorge Enrique Jiménez, quien completa tres décadas explorando las profundidades del mar. Jorge ha observado que tanto en San Andrés como en Providencia, algunos instructores de buceo han optado como costumbre alimentar tiburones para atraerlos y garantizar que los turistas los vean. Y eso puede ser riesgoso, dice, si no se hace con los respectivos protocolos. Un tiburón no distingue entre un alimentador y un turista.
Jorge es de la idea de bucear sin forzar ningún encuentro, “así cada inmersión es una sorpresa”. Como hace unos días, que buceó en Gorgona, en un sitio conocido como la Tiburonera, donde contó 16 tiburones. O en Malpelo, donde ha buceado con cientos de tiburones martillo alrededor, una de las experiencias más fascinantes que se pueden vivir, casi hipnótica por la belleza de los animales, “si se hace con respeto y cuidado”.
Jorge recomienda no bucear en medio de un cardumen (concentración de peces de la misma especie) porque puede llegar un tiburón a alimentarse. O tener cuidado al hacer surf: los tiburones en ocasiones confunden a los surfistas con focas, que sí hacen parte de su dieta. La mayoría de los ataques de tiburón son a surfistas, aunque esto ocurre sobre todo en aguas turbias, donde la visibilidad es escasa.
En Colombia los ataques de tiburones son tan raros, que se pueden contar con los dedos de una mano. En 2018 se conoció que Fidelino Gómez Bernard, un pescador de Providencia, habría muerto después de que un tiburón golpeara su lancha y cayera al mar; en 2016, también en Providencia, el médico radiólogo Arturo Vélez fue mordido en una mano por un tiburón mientras buceaba. Él le dijo a los periodistas que apenas fue un accidente. “Así como cuando vas en la calle y hay un perro que te ataca y te muerde. No quiere decir que todos los perros lo hagan. No hubo una acción de mi parte que provocara el ataque. Pero seguiré buceando con tiburones sin pensarlo”.
En 1995 se registró otro ataque de tiburón, esta vez en Coveñas. Las víctimas fueron identificadas como Darío Dehosa Muñoz y Freddy Alzate Ochoa. Ambos sobrevivieron.
En cambio, los ataques de los humanos a tiburones se cuentan por millones: cada año se pescan 100 millones de tiburones. Por cada humano herido por un tiburón, el hombre mata dos millones de estos peces que tanto nos atraen, para bien y para mal. No son especies tan peligrosas como lo ha hecho creer el cine o los videojuegos o el amarillismo de algunos titulares de prensa. Son especies en peligro.
Recomendaciones de expertos para prevenir accidentes con tiburones
– No nadar solos, sobre todo cuando se está en aguas abiertas y profundas.
– No nadar de noche, pues son varias las especies de tiburones que se acercan a las costas en busca de alimento en la oscuridad.
– Si se va a bucear, usar trajes de colores discretos, como el negro. Los colores llamativos pueden ser un estímulo para los tiburones, despertar su curiosidad.
– No nadar con peces que se hayan pescado, llevarlos amarrados a algún cinturón o en un arpón, la sangre y las vibraciones del pez pueden atraer a los tiburones.
– Si hay excitación de los peces, que por ejemplo naden muy rápido o se oculten, se recomienda salir del agua, es una advertencia de un depredador cerca.
– También se debe salir del agua si vemos un tiburón que empieza a dar vueltas, o que, como los gatos, dan la sensación que se erizan: ubican las aletas pectorales hacia abajo, se tensan. Son advertencias.
– Al salir del agua es importante no perder de vista al tiburón, no darle la espalda. Tampoco hacerlo con movimientos bruscos, agitados, pues el tiburón podría interpretar el miedo. (Sin embargo la mayoría de veces son los tiburones los que se alejan al hacer contacto visual con un ser humano).
– Recuerde: ver un tiburón no significa un ataque inmediato, pero una reacción de pánico podría desencadenar un accidente.
– En aguas abiertas, es más seguro nadar con movimientos rítmicos, que con el chapoteo, que el tiburón puede interpretar como una presa herida debatiéndose.