La violencia en San Andrés está apagando vidas muy jóvenes, chicos que desde temprana edad están cayendo entre las balas, muchachos que no tienen oportunidades, víctimas de pandillas, de violencia o incluso de disfuncionalidad familiar.
La violencia y el crimen de los jóvenes no puede convertirse en un elemento más del paisaje insular; el gobierno y las autoridades deben intervenir rápidamente, no solamente desde el aspecto policivo sino desde el aspecto educativo y social, intervenir en la vida de estos adolescentes desde muy temprana edad y por un buen tiempo entre esas comunidades.
Esa fue la principal conclusión del grupo de periodistas que mantienen comunicación con la Policía a través del chat institucional, ayer domingo cuando indagaban información sobre el asesinato de un joven de 20 años que apareció ultimado a tiros en inmediaciones del faro del Cliff.
El gobierno debe llegar al Cocal y Santana con programas sociales, nuevamente el Cocal se enluta. (…) Así como la de él miles de historias en los barrios populares, esperando oportunidades o ángeles que los ayuden a salir del abismo donde nacieron, expresó uno de los comunicadores.
«Hay que trabajar con los niños, ya hay unas generaciones perdidas, la violencia se volvió un tema del entorno. Muchas veces hasta familiar», expresó otro.
Y es que son los periodistas los que le toman el pulso al diario acontecer de las islas, y quiénes deben registrar estos hechos de sangre, que se están volviendo parte del paisaje insular, que en 10 meses ha visto caer a 26 personas víctimas de la violencia, en su totalidad personas de menos de 30 años o incluso otros que ni la mayoría de edad alcanzaron a cumplir.
«Un trabajo social que requiere muchos componentes e inclusive trabajar con los padres y adultos que ven la vida desde otro punto de vista y creen que ya cuando tienen 10 años pueden hacer lo que les da la gana por que nunca han tenido ley en sus casas y cuando hablo de ley, es valores, educación y respeto por los demás», expresó otro comunicador.
Sobre la muerte del joven Gavalo Mora, uno de los colegas relató que «hace un mes lo apoyó en el rescate de 3 perritos y hablamos de temas profundos. Estaba trabajando en construcción con un tío y yo estaba buscando a estos perritos que me habían reportado que nacieron en un hueco en plena epoca de lluvia y lloraban mucho porque estaban sufriendo. Él los rescató y se los llevó para un sitio. Cuando yo fui a buscarlos me dijo a dónde podía llegar por los perritos. Los busqué y los llevé a la veterinaria uno murió y los otros dos están esperando encontrar un hogar. El niño tenía ganas de estudiar en el Sena, eso fue lo que nos dijo y era muy sensible con el tema del sufrimiento animal.
Son muchos los casos familiares en San Andrés donde la violencia se repite una y otra vez.
Vecinos del joven asesinado afirman que en el caso de Víctor Manuel Gavalo Mora, «cuando tenía 5 años su padre fue asesinado, y cargó con la profunda tristeza de su madre y de un hermano que venía en camino, Y lo más feo aguantar maltratos. En ese tiroteo de la gallera donde muere su padre Víctor Gavalo, su tio Damián quedó gravemente herido. Así que ese niño no encontraba la luz, solo en la parroquia el Carmelo durante su proceso de primera comunión y se pudo hacer algo pero ya él venía cargado. Anteriormente los párrocos que llegaban al Carmelo eran más aguerridos salían a estos sectores en busca de los niños. Pero ya no es así y cada vez más almas se pierden»
También explicaron que su otra familia, Mora también viene de varias tristezas y están en este momento con mucha frustración».
Estás situaciones de violencia en la isla requieren de un tratamiento social, con oportunidades para los jóvenes para evitar que muchos de estos se sigan perdiendo por cuenta de una situación que muchos de ellos no pidieron vivir, pero que les ha tocado soportar por el lugar donde nacieron o por con quien se relacionaron.
Un buen intento de programa social para atender la población juvenil fue el proyecto Olla Comunitaria, bien intencionado de pronto, pero mal ejecutado, ya que solo se quedó en los sancochos como elemento de integración y creación de confianza juvenil, pero que no trascendió a la generación de oportunidades como se pretendía a través de estimular legalidad a cambio de entregar oportunidades laborales y estudiantiles y desarmar muchachos armados.
Si se retoman este tipo de proyectos, deben ejecutarse de manera integral hasta el final y con la seriedad de llevarlo hasta la etapa final para que arroje resultados positivos.