Tras la firma de esta directiva que llevaba meses cocinándose entre la Relatoría de la libertad de Prensa de la OEA, la Flip y Presidencia de la República, en virtud a las tensas relaciones que durante sus dos años de mandato se ha caracterizado su gobierno, Gustavo Petro por fin firmó ayer una directiva que varias veces aplazó en protocolizar, y tan solo transcurrieron pocos minutos de la firma para ser el primer servidor público en violarla.
Ante esta nueva circunstancia, la directora de la Silla Vacía, Juanita León, hizo el análisis al tema:
Ayer, en lo que podría haber sido un hito para la libertad de prensa, Gustavo Petro firmó una directiva presidencial para evitar que los funcionarios públicos –del presidente para abajo– estigmaticen a los medios. Sin embargo, minutos después de haberla firmado, la violó.
La directiva obliga de hoy en adelante al presidente de la República, a los ministros y a los directores de departamentos administrativos y entidades adscritas del gobierno nacional a seguir los estándares de la Cidh en su trato con los medios y los periodistas. No tiene precedentes en América Latina, como lo resaltó en su lanzamiento el Relator Pedro Vaca: “Colombia es el primer país en el hemisferio en aceptar una directiva de los funcionarios públicos que puede mejorar el debate público”. Y marca una diferencia significativa frente a las abusivas restricciones que están poniendo otros mandatarios de la región a la libertad de prensa.
La idea de la directiva arrancó recién iniciado el gobierno. El entonces jefe de prensa de Casa de Nariño, Germán Gómez, venía de ser periodista de El Espectador y sabía de los riesgos que planteaba para el gobierno y la democracia la constante confrontación del presidente con los periodistas en redes. Estaba convencido de que una directiva podía establecer unos canales más rápidos e institucionales para que Petro pudiera tramitar sus diferencias con los medios.
Así, entre marzo y abril del año pasado, el gobierno de Colombia le hizo una solicitud formal de apoyo técnico a la Relatoría de Prensa en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh), aprovechando que Vaca es colombiano y venía de dirigir la Flip en Colombia.
El resultado de ese trabajo de dos años entre el equipo del presidente y la oficina del Relator para la Libertad de Prensa de la Cidh lo presentaron ayer en una rueda de prensa conjunta Petro y Vaca.
El presidente llegó al evento tres horas tarde. Y habló después de que Vaca terminara de explicar la directiva y de hacerle una invitación: “Esta directiva comienza por usted, presidente”, le dijo. “El principal guardián de esta directiva es usted”.
Una persona presente en el evento describió así lo que sucedió después: “Fue como si le regalaran una porcelana muy apreciada. Y ¿qué hizo el presidente? La estalló en la mitad del salón”.
La directiva y el discurso de Petro
La directiva tiene 11 directrices para los funcionarios públicos. Petro, en cambio de acogerlas y exaltar el paso que acababa de dar, las incumplió con un discurso deshilvanado que mencionó desde el filósofo alemán Jurgen Habermas hasta el cineasta Bernardo Bertolucci pasando por Hitler, los arcadios, el último mohicano y Jamal Khashoggi, entre otros.
“A la firma de la directiva anotamos que para continuar avanzando en el arraigo y cumplimiento de estándares interamericanos de libertad de prensa en Colombia, es fundamental, en primer lugar, el compromiso del Presidente Gustavo Petro con el cumplimiento de la misma directiva”, dice Werner Zitzmann, Director Ejecutivo de la Asociación Colombiana de Medios de Información (AMI). “Lamentablemente, en el extenso discurso que siguió a la firma, la incumplió repetidas veces. Incomprensible.”
La primera directriz a los funcionarios del gobierno es “evitar que sus pronunciamientos generen actos de estigmatización o discriminación hacia periodistas, medios, defensores de derechos humanos y demás actores relevantes que, mediante su expresión, contribuyen a la deliberación democrática”.
Esto con el fin de “evitar exacerbar la situación de vulnerabilidad inherente a la labor de periodistas y comunicadores, especialmente en contextos de alta polarización y conflictividad social.”
Sin embargo, en su discurso el presidente evitó hablar de la libertad de prensa y más bien elaboró sobre la libertad de crítica (su libertad de crítica) a lo que escriben los medios: “Yo firmo esa directiva porque debe haber libertad de expresión, pero al mismo tiempo debe haber libertad de crítica. Son dos, no una, es la libertad. Porque si se calumnia, alguien debe defenderse, porque es su dignidad y su derecho, llámese el portero de Casa de Nariño o el presidente”.
Esto lo dijo después de preguntarse si Colombia sería capaz de “restablecer una comunicación social entre la pluralidad de la sociedad sin negar ninguna, o solo escuchar la comunicación del poder”. Comparó esta comunicación con lo que hizo Joseph Goebbels, el gran propagandista del partido nazi: “Si Goebbels estuviera hoy, ¿se protegería a Goebbles? Mentir, mentir, mentir hasta que se crea la verdad”.
Agregó que “matar un izquierdista en Colombia no es pecado, en su corazón lo sienten así millones de personas porque les han inculcado esa mentalidad nazi. ¿A través de qué forma se ha inculcado? A través de la comunicación del poder que dice que la diferencia es satánica y que hay que eliminarla y esa es la tesis de Goebbels”.
La directiva también obliga a los funcionarios públicos a “adoptar un enfoque de comunicación respetuoso de las ideas y los interlocutores, que evite tanto etiquetas indiscriminadas hacia los medios de comunicación por sus líneas editoriales, como un discurso estigmatizante que individualice a periodistas.”
El presidente no resistió la tentación de violar este punto también. En su discurso individualizó a El Espectador y a Caracol, y sin mencionarla por nombre, se refirió a Salud Hernández; usando la apelación de “franquista” a la que recurrió cuando la columnista de Semana, que es española nacionalizada, le escribió una polémica carta abierta a Antonella Petro, su hija menor.
“A quiénes no puede Petro criticar?, dijo de manera retórica. “Petro no puede tener la libertad de crítica, pero sí se le puede maltratar y calumniar, incluso por una franquista contra mi hija”.
La directiva es clara que cuando los funcionarios públicos consideren “que se está difundiendo información contraria a la verdad, parcializada, descontextualizada o estigmatizante, o que vulnera los derechos de una población, deben brindar información suficiente para la rectificación, complementación o corrección necesaria, sin recurrir a la descalificación o descrédito.”
Pero el presidente –que ha sido alcalde de la capital del país, congresista durante más de 20 años, y ahora mandatario de la Nación y comandante supremo de las Fuerzas Militares– asumiendo la voz del desempoderado (“el poder real no es el gobierno, el poder real es el poder económico”, dice) que vive bajo el yugo de “un Estado asesino” dijo que el poder económico, que detenta los medios de comunicación, lo quiere “tumbar o asesinar”.
“Aquí cambió Colombia, no nos rendimos, no nos vamos a silenciar, no vamos a dejar que la mentira y la impunidad esté en Colombia””, afirmó. “No me silencia nadie mientras pueda decir mis palabras”.
La directiva obliga a los funcionarios del gobierno, a que “antes de hacer declaraciones públicas sobre el trabajo de investigación de periodistas, especialmente en asuntos de interés público, asegurarse de contar con datos precisos y verificados.”
También a “no obstaculizar el ejercicio del control social y público sobre sus actuaciones y ejercicio de sus funciones”. Así como a “garantizar el escrutinio libre, amplio y riguroso sobre la gestión pública de las autoridades y de los funcionarios públicos, así como sobre el funcionamiento del Estado.
No obstante, el grueso del discurso de Petro giró alrededor del “silencio” de los periodistas “arrodillados al poder” que son cómplices del supuesto golpe que se fragua en su contra desde el Consejo Nacional Electoral que investiga la violación de topes de financiación por parte de su campaña presidencial.
El presidente insistió en que “tienen a un presidente juzgado por el CNE”, algo que es falso. Los medios, incluido este, han explicado decenas de veces que el organismo electoral está investigando a su campaña y no al mandatario. Y dijo que los periodistas callan porque no son independientes del poder económico. “El poder no está en el Palacio. El poder está en otra parte, en los dueños del capital y del oro. Ese es el poder. Y los dueños han dado una orden, el silencio y el golpe. El golpe y el asesinato”.
Como esta es la visión del presidente sobre los medios, es improbable que vaya a cumplir a cabalidad su propia directiva. Aún así, al firmarla, la convirtió en la vara por la que su relación con los medios será juzgada. No solo en Colombia sino también en la Cidh.
Con textos de La Silla Vacía