Los jóvenes tienen una opción en la agricultura. / Antonio Colmenares Martínez-Omar López.
En la isla de Providencia, el territorio poblado más septentrional de Colombia, ofrece todas las posibilidades para la producción agropecuaria pero los jóvenes, en su mayoría, no ven una opción de vida cosechando los frutos de una tierra apta y generosa que ha dado pruebas de su capacidad y fertilidad.
En este momento se desarrollan algunos programas de la FAO, especialmente de huertas caseras, en las que amas de casa aprendieron a sembrar y cosechar productos a menor escala pero que solucionan en parte las demandas de la canasta familiar.
Pero también hay ejemplos de alta productividad del agro, como es el de Radigan Sjogreen, quien desde muchos años vive de la producción de su finca, plátano, maíz, ahuyama, entre otros.
También vive de la caña con la que fabrican el Bush Run, dulces, pero para él hay tres líneas que le han dado los mejores resultados y que son el plátano, el maíz y la patilla, pero ni deja de sembrar batata, mafafa, yuca, ñame y en su finca también se puede encontrar guayabas, entre otros frutales. A todo esto hay que sumarle la labor pecuaria con cerdos y reses que les proporciona carne y leche.
La labor avícola según el señor Sjogreen se ha detenido: “Estoy mal de gallinas por falta de trabajadores, nadie quiere trabajar en el campo”, dijo.
Lleva años viviendo del cultivo y da testimonio a los jóvenes para que pongan su mirada en el campo. “La jóvenes no piensan en trabajar, piensan en plata rápida. Hace un tiempo un muchacho me dijo que quería trabajar y le dije que limpiara el campo y que yo le regalaba el colino de la caña y le ayudaba a sembrar. Cuando fue tiempo de sembrar se fue y solo me dijo que era más fácil robar, que eso no era para él y se fue”, recordó el empresario agrícola.
Precisamente ha sido víctima de los robos porque la más reciente cosecha de patilla se la hurtaron toda. Pero con todo esto el señor Sjogreen no deja el campo para nada.