Fuad Gonzalo Chacón
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Con el 98,40% de los votos escrutados, el Boletín 44 de la Registraduría deja en el aire un interrogante mucho más importante que el vencedor entre la dualidad Santos-Uribe: ¿Por qué 10,38% de los tarjetones depositados está dentro de la categoría de sufragios nulos? Este fallo del sistema es más importante que las curules de los partidos, pues a fin de cuentas los políticos vienen y van, pero las falencias del proceso electoral parecen permanecer elección tras elección.
En las estadísticas para Senado esta alternativa alcanzó la astronómica cifra de casi 1’500.000 votos, eso quiere decir que si el voto nulo fuera un partido político hoy tendría alrededor de 15 senadores, representaría la quinta fuerza del país y estaría muy por encima de Cambio Radical, los verdes, el Polo y Opción Ciudadana. En la Cámara de Representantes la cosa es peor, pues allí el voto nulo reporta 1’750.000 sufragios, esto es el 12,23%, con lo que sería dueño de cerca de 25 curules y se constituiría en el cuarto partido con mayor peso en este órgano.
La clave para desentrañar este misterio arranca en la Cartilla Instructiva para Jurados de Votación de la Registraduría donde el concepto de voto nulo reza “Cuando hay dos o más zonas marcadas o la intención del elector no es clara”. Teniendo en cuenta que el tarjetón de Senado se divide en dos grandes circunscripciones, nacional e indígena, esto nos deja ante 2 escenarios posibles de marcas nulas del elector: 1) Tachar el logo de un partido nacional más uno indígena y 2) Escribir cualquier cosa que no permita saber a quién eligió.
En la segunda opción están los famosos “grafiteros electorales” que muestran su inconformismo dejando un mensaje que no elige a nadie como “corruptos todos” o similares y aquellos que sólo trazan grandes rayas gigantes que abarcan todo el tarjetón. Si bien ellos pueden ser un buen porcentaje es difícil creer que en nuestro país salga un millón y medio de artistas a demostrar sus dotes en los cubículos. Entonces solo nos queda una posibilidad en el abanico.
El enigma del voto nulo se aclara cuando descubrimos que en Colombia se les enseña a los electores por quién votar, pero no por quién no hacerlo. Todas las campañas se enfocan en adoctrinar a su público alrededor de marcar un logo y un número de candidato (Ejemplo: Partido Indignado #99), pero nunca se les dice que sólo tienen que escoger una de las dos circunscripciones, bien sea indígena o nacional. Eso es lo que sucede, la gente no está votando mal, está votando tan bien que cuando ven dos campos en su tarjetón, o hasta tres porque en la Cámara hay también un espacio autónomo para grupos afro-descendientes, quieren llenarlos todos con la falsa creencia de que un tarjetón incompleto es un voto inválido.
Se nos presentan dos soluciones. Primero, hacer una agresiva campaña que enseñe a todo el país que a la hora de enfrentarse al tarjetón hay que elegir entre votar por un partido nacional, uno indígena o uno afro. Y segundo, la más costosa, dividir los tarjetones imprimiendo de forma separada los de cada una de las circunscripciones para que uno solicite aquel que necesite, así como se hace con las consultas internas de los partidos.
Ninguna alternativa es barata, pero la cantidad de votos nulos de esta elección demanda una actuación contundente. Esos porcentajes perdidos pudieron cambiar drásticamente la distribución del congreso, quemar candidatos y hasta revivir partidos, pero nunca lo sabremos. Dr. Carlos Ariel Sánchez, hay que actuar y rápido.