Tristeza y dolor profundo causa caminar por esta Isla que nos ha dado tanto, sin pedirnos nada, que ya no sabemos de dónde más extraer lo que aún le queda.
En el año 2002, cuando los recursos de inversión estaban por perderse, en una maratónica gestión, logramos que La Nación, a través del Findeter y el Fondo Nacional de Regalías, le diera a la gobernación de San Andrés y Providencia viabilidad al desembolso de los recursos para la construcción de una peatonal que bordeara el área del litoral comprendida entre el Hotel Sunrise Beach y el ingreso al Muelle Departamental de San Andrés.
De esa forma dimos apertura a una licitación pública, radicada con el No. 005 de 2002, cuyo objeto fue la “construcción, remodelación y dotación del paseo peatonal de la Avenida Francisco Newball”.
La licitación declarada desierta, fue adjudicada posteriormente en audiencia pública al Consorcio Benpe V (Carlos Bent), transmitida a la Comunidad de las islas, a través de las diferentes emisoras locales y del canal de televisión Teleislas.
Esta obra con la cual se pretendió darle un fraternal abrazo a San Andrés, olvidando los andenes plagados de huecos y desgastados por la erosión del pavimento previa a su construcción, es hoy una muestra bastante explícita de la cara de la isla.
Las pérgolas que cubrían las bancas para contemplar el horizonte, podridas unas y otras desaparecidas. Las bancas unas horadadas y carcomidas; las otras yacen en las aguas transparentes rodeadas por las algas contaminadas por vertimientos a nuestro mar multicolor. Todas las luminarias desaparecieron y ninguna fue sustituida. Las rejillas del pavimento han desaparecido unas, y las otras oxidadas se han convertido en un peligro al peatón.
Esta isla que nos lo ha dado todo y a quien no nos bastan muchas vidas para abrazarla y agradecerle por todo lo que nos ha sabido dar, resiste de pie, iluminada por el sol, rociada por la lluvia y abrazada por el viento. Tomado del Blog: Quitasueño– Álvaro Archbold Núñez