Captamos la presencia de esta garza en uno de los parajes más bellos de San Andrés al sur de la isla.
Erguida en sus aproximadamente 85 centímetros de estatura y contemplativa sobre una roca marina, surcaba por los aires siempre que algún sonido automotor espantaba su tranquilidad, desplegando sus alas en un raznte vuelo de libertad eterna sobre el mar sanandresano de los siete colores, causando fascinación a los ojos humanos.
Ese vuelo propio de los hombres libres de dogmas y supersticiones, cual Juan Salvador Gaviota que buscaba la libertad en solitario, apartado de los de la bandada, que para los seres humanos es la gente conformista que lo trataba de llevar a ser una persona estándar.
Y aunque no es una gaviota sino una garza, también busca esa libertad en su soledad.
Y es que el personaje de nuestra breve crónica es un ave zancuda, que llega a medir hasta 85 cm de alto, generalmente de plumaje blanco, pico amarillo y largas patas grises, cuyo plumaje varía según la estación del año que se alimenta de peces, crustáceos y pequeños anfibios, y tienen como hábitat las zonas marinas.
Al igual que nuestra invitada estas especies generalmente son solitarias, pero es normal verlas reunidas en comunidad en la época de cría, y siendo las aves continentales más abundantes del mundo, y se constituyen en aves importantes en el control de especies invasoras como la trucha arcoíris (con información de Wikipedia)
Fotos y texto de César Pizarro B