Las lluvias benditas para el aprovisionamiento de agua, también pasaron factura. /Antonio Colmenares Martínez
Durante o después de las lluvias, hacer una ‘gira’ por los barrios Back Road, School House, Natanias, entre otros, deja ver como la falta de inversión en acueductos y desagües impone a la isla una condición de lugar atrasado y lejano al desarrollo urbano que debe tener un lugar cuyo ingreso principal es el turismo.
Por eso algunas personas que analizan la situación califican como falta de visión social el anuncio de invertir seis mil millones de pesos en la construcción de un edificio para ubicar las oficinas de la entidades nacionales que hacen presencia en las islas, en lugar de superar con esos recursos toda esta problemática de inundaciones en épocas de intensas lluvias.
El asunto no puede quedarse en limpieza oportuna de canales de desagüe, sino en diseñar un plan maestro de acueducto y alcantarillado que se proyecte, al menos, a 30 años.
En el periodo de lluvias que se intensificaron la semana anterior, se produjeron inundaciones que además obligaron a los habitantes de los barrios afectados a colocar barricadas con muebles y cajas en la mitad de las calles con el objeto de que no circularan carros y motos porque al pasar impulsaban las aguas para el interior de las casas.
En algunos lugares la inundación superó el metro de altura deteriorando muebles y enseres y causando tropiezo para que los trabajadores cumplieran con sus horarios porque debían atender primero lo referente a la solución de la situación adversa de sus hogares.
En cercanías del CAI, cerca de la entrada del barrio El Cliff, el balcón de una casa se derribó por el peso de las aguas y la humedad, sin que, por fortuna causara lesiones a sus más de diez habitantes.
Gordon Manuel, propietario de la vivienda afectada, dijo que en varias oportunidades ha solicitado a la Gobernación algún tipo de ayuda, pero no ha recibido ninguna respuesta.
“Este arreglo nos cuesta más de ocho millones de pesos, pero no tenemos dinero y solo agradecemos a Dios que nadie salió herido. Yo acababa de llegar, es decir que pasé por debajo de ese balcón un minuto antes de que cayera. Me salve de milagro”, afirmó.
Es verdad, se salvó de milagro porque cayó el material de ladrillos y arena que conformaba el piso del enorme balcón que de caerle encima hubiera sido de impredecibles circunstancias.
La problemática es general, incluyendo sectores del centro en los que también el encharcamiento es considerable y todos los barrios sin respeto de estrato, aunque, desde luego los más afectados son los sectores periféricos en donde habitan los trabajadores y funcionarios que deben salir por entre las ‘lagunas’ para ir a sus lugares de trabajo.
Gobierno tras gobierno ha prometido que este arreglo que se requiere será lo primero en atender pero ninguno ha ido más allá de limpieza y acondicionamiento pasajero sin desarrollar los trabajos que realmente se deben hacer para superar definitivamente los inconvenientes de las épocas de intensa pluviosidad.