El último cargo que ejerció Roberto Bonilla Davis fue el de director de la Unidad Administrativa Especial de Deportes y la coordinación de los XVIII Juegos Deportivos Nacionales celebrados en el archipiélago.
Por: Daniel Newball H.
Perteneciente a una dinastía consagrada al deporte en las islas, Roberto Javier Bonilla Davis demostró desde niño el liderazgo, energía y carácter que se requiere para ser un verdadero deportista de calidad, exponiendo sus virtudes en escenarios nacionales e internacionales y logrando gestionar importantes progresos transmitiendo, al mismo tiempo, sus conocimientos hacia las nuevas generaciones.
Hijo de Don Gumersindo Bonilla, uno de los estandartes históricos del softbol isleño, y de Miss Maura Davis, matriarca de una de las dinastías más renombradas de las Islas, recibió de ambos los más valiosos principios de disciplina y excelencia profesional.
Presente en los más importantes eventos deportivos celebrados dentro y fuera de nuestras fronteras, tanto como deportista como director técnico, Bonilla Davis siempre imponía el respeto y el cariño que se requiere para generar la confianza suficiente en los objetivos de alcanzar los más altos sitiales del éxito en la actividad deportiva.
Nacido en San Andrés un 28 de enero de 1965, Roberto Bonilla Davis, al igual que sus hermanos, siempre fueron muchachos ejemplares para sus amigos, los mismos que hicieron parte de esa generación prolífica de juventudes isleñas que hicieron del Colegio Bolivariano y el archipiélago un lugar especial.
Destacado estudiante y egresado de la Escuela Nacional del Deporte en 1986, especializado en Educación Física y Voleibol, Bonilla Davis demostraría, con creces, mas adelante que sería un gran dirigente deportivo con el liderazgo suficiente para llevarse a cuestas una actividad que, con el tiempo, fue padeciendo una crónica enfermedad y letargo, enfermedad que él como isleño se resistía a aceptar y, por ende, se puso al hombro incluso estando como director durante la administración de Pedro Gallardo Forbes de la ya extinta Unidad Administrativa Especial de Deportes.
Una crónica enfermedad que con la misma fuerza se lo llevó pero que, a pesar de los sufrimientos, no le hurtaron de su semblante ese carácter recio, pero a la vez simpático, de uno de los hombres que será recordado como uno de los estandartes del deporte isleño.
Con su partida, son muchos los que expresan su más profundo sentimiento de pesar desde dirigentes deportivos, políticos, personas del común que, tal vez lo vieron, aprendieron su nombre y lo saludaban como un amigo mas; muchos son los que sienten con su muerte una gran pérdida.
Quedan sus hijas, Natalia y Nazly, como las herederas de una dinastía que se ha destacado como grandes deportistas y profesionales de calidad y excelencia que cumplirán, seguramente, con el legado dejado por su padre.