Por: Georlett S. Gordon
El 31 de octubre es un día especial para muchos de los que tuvimos una infancia mágica, gracias a la dedicación de nuestras abuelas o madres, para hacer realidad ese sueño de personificar al super héroe fortachón que volaba por los cielos o el animalito que nos enamoraba o simplemente el personaje de moda que nos hacía ver “Cool” ante nuestros amigos. Era sólo un día, pero cómo lo disfrutábamos; aunque recuerdo que era casi imposible convencer a mi hijo que se quitara al terminar el día, el disfraz del Zorro y luego el de Juan Pablo Montoya, el continuaba siendo su personaje favorito hasta que la tela del disfraz aguantara.
Halloween o prefiero llamarlo “El día de los niños”, suele ser un día colorido, divertido y de mucha creatividad. En Bogotá, es todo un acontecimiento y no solo para los chicos, los adultos también disfrutan este día. Se realizan fiestas y concursos de disfraces. En los barrios se cierran calles para que los niños salgan a pedir sus dulces y puedes observar familias disfrazadas, incluyendo a ese papá o abuelo reacio a hacer el ridículo, pero que cede ante la tierna y suplicante mirada de su hija o nieta. Se disfraza toda la familia, ni la mascota se salva, para personificar familias de super héroes, temáticas de cuentos infantiles o películas.
Cuando era niña, mi abuela aprovechando sus dotes de modista, aunque hoy entiendo que era más un tema de austeridad obligada, cosía mis disfraces año a año, recuerdo especialmente el de la linda brujita, que salía bastante económico teniendo en cuenta que tomaba mis largos y voluminosos rizos para crear al personaje, quedaba genial mi peinado y muchos me decían “que linda la peluca”, yo era realmente feliz, hasta el día siguiente que mi abuela debía domar mis rizos para desenredarlos y volver a organizarlos en una trenza, obviamente ya no era tan feliz, lloraba y gritaba pero aprovechaba para comer más dulces de los permitidos, con la excusa que hacía más llevadero ese duro momento.
Sin embargo, hoy es un día diferente aunque no necesariamente menos divertido, no debemos salir y mucho menos que los niños interactúen con personas en la calle o propiciar conglomeraciones, pero con creatividad y amor les daremos un día maravilloso a nuestros chiquitines. Como dato curioso, hoy todos pero absolutamente todos, portamos una máscara (me refiero al tapabocas) y vivimos el misterio de no reconocer a otras personas en la calle, ya que ante la creatividad que ha despertado esta pandemia, vemos tapabocas con coloridos estampados, figuras, expresiones faciales, el clásico azul y blanco que nos cuesta entender hacía que lado van los pliegues y otros que definitivamente por su forma, nos detenemos a pensar si realmente cumplen su función.
Muchos quisiéramos ser ese super héroe que sale a luchar con esa figura regordeta, con puntas y cara maliciosa, como han caricaturizado la imagen del Covid-19, para aplastarlo con piedras gigantes que se alzan como copos de algodón y finamente darle un puñetazo que lo lance por fuera de la tierra hacia el universo infinito, librando a la humanidad de esta pandemia. O ser el chapulín que con su chipote chillón libra cualquier batalla, o que tal disfrazarnos de jabón para espantar al virus o de Mario Bross para saltar y saltar sin pisar las superficies, o de calabaza para que todos estemos en casa o de médicos y enfermeras que son los personajes del año, en fin, lo importante en este día es que nuestros niños tengan un rato super agradable pero en casa.
¡¡¡Dios endulce hoy el corazón de todos y bendiga por siempre a nuestro hermoso Archipiélago!!!