Por Juan Carlos Gutiérrez Betancur
El Gobierno intenta utilizar la política fiscal para incentivar o inducir cambios en la pirámide poblacional, dado que las generaciones Millenials y Z postergan la decisión de tener hijos o han decidido que en su lugar tendrán mascotas.
Propuesta inconveniente e inoportuna porque las generaciones actuales que ingresan o pueden ingresar a la población económicamente activa tienen mayor probabilidad de desempleo e inestabilidad laboral, a no ser que su capital humano formado mediante procesos educativos sea de alta calidad y muy sólido.
Esta propuesta gubernamental penaliza a todos los solteros pero sobretodo a los menores de 25 – 30 años que están construyendo capital humano en universidades en medio de la pandemia, y generalmente cuentan con poco capital financiero.
La pandemia y los cambios estructurales del mercado laboral mundial, los cuales ya se manifestaban antes del inicio de la pandemia con la emergencia de la GIG Economy (Trabajo Free Lance), acentúan la volatilidad de la generación de ingresos laborales de las nuevas generaciones.
El Gobierno debería concentrarse más bien en el desarrollo de políticas públicas que aumenten tanto la pertinencia como la calidad de la educación para mejorar la rentabilidad de la inversión en capital humano.
Éste impuesto no es oportuno por las razones anteriores y podría incluso tener el efecto contrario al que se busca, creando más informalidad laboral, deteriorando la rentabilidad de la educación, e incentivando la no inserción en el mercado laboral formal.
Otro perverso ejemplo de creatividad naranja.
Foto tomada de El Tiempo
*Docente Escuela de Economía & Finanzas, Universidad EAFIT