Por: Daniel Newball H.
A muchos los llenan de ideas y son interminables las listas de personas que, alguna vez en sus vidas, creyeron que desde los espacios de poder político podían hacer un cambio y lograr que mejore la calidad de vida de sus conciudadanos con acciones contundentes de desarrollo social y económico.
Existen legiones de grupos, desde juveniles hasta empresariales pasando por religiosos, que piensan que ocupando a manera de relevo a los políticos que actualmente están en el poder podrían hacer un cambio positivo para solo enfrentarse al hecho de que fueron víctimas de un juego infame de decepciones sutilmente manejado por una pléyade de sociópatas dispuestos a manipularlo todo para beneficio propio y de sus descendientes.
Para eso existe una respuesta contundente, la política no es para actores, ni presentadores de televisión, ni líderes religiosos, ni futbolistas y ni mucho menos para periodistas, la política se hizo para políticos.
Los casos son dicientes. El reciente suceso con el colega fallecido Campo Elías Teherán Dix mostró como la clase política tradicional puede mandar una feroz respuesta beligerante en caso de estar en una posición antagónica.
En los Estados Unidos, y a dos años de la elección a Congreso, la actriz Ashley Judd reveló su intención de lanzarse a dicha corporación para que sus opositores lanzaran sendas campañas de desprestigio contra la misma, acabando en ayuda psiquiátrica luego de una experiencia traumática al tener un encuentro con varios congresistas en el Capitolio.
Y para no ir más lejos, la amenaza potencial que representaba el Movimiento Mira acabó en una estrategia elaborada desde las más altas esferas del poder para poder desarticularlo y, por ende, sacarla del juego político para cuestionar las doctrinas predicadas desde el púlpito de su iglesia madre.
Aunque existen casos excepcionales como el del Ex-Presidente Andrés Pastrana Arango, quien fue periodista e, inclusive, presentador de noticias; John Fitzgerald Kennedy, quien inicialmente ejerció el periodismo antes de involucrarse en la política, y del ya fallecido mandatario estadounidense Ronald Reagan, quién fuera actor de cine; pero la realidad muestra que existen territorios marcados que no pueden ser transgredidos.
Muchos preguntarán, ¿Entonces debemos tirar la toalla? ¿Será posible que logremos un cambio social para beneficio de todos? ¿Será que debemos condenarnos a ser simples espectadores de un evento donde sólo es un grupo de privilegiados los que pueden ocupar espacios de liderazgo social con el beneficio para sus familias? ¿Hasta cuándo debemos
padecer hasta ver el final de este sistema que somete a los débiles hasta el más bajo nivel de humillación y miseria personal?
Mentiras van y mentiras vienen. Tan sólo bastan camarlengos, emisarios y esbirros para llevar los mensajes de sus trogloditas empleadores para convencer a quienes ven como una amenaza para convencerlos y persuadirlos de involucrarse en el juego.
El escritor español José Ingenieros, autor del libro “El Hombre Mediocre”, decía que “Platón, sin quererlo, al decir de la democracia, lo calificaba como el peor de los buenos gobiernos, pero es el mejor entre los malos. Políticos sin vergüenza hubo en todos los tiempos y bajo todos los regímenes; pero encuentran mejor clima en las burguesías sin ideales.
“En vez de héroes, genios o santos, se reclama discretos administradores. Pero el estadista, el filósofo, el poeta, los que realizan, predican y cantan alguna parte de un ideal están ausentes. Nada tiene que hacer.
“Cuando falta esa comunidad de esperanzas, no hay patria, no puede haberla: hay que tener ensueños comunes, anhelar juntos grandes cosas y sentirse decididos a realizarlas, con la seguridad de que al marchar todos en pos de un ideal, ninguno se quedara en mitad de camino contando sus talegas.”
Explotan las cadenas de indignación frente a lo sucedido en la anterior contienda electoral, es apenas de esperarse ya que ni siquiera lo que antes estuvieron en el poder tienen la posibilidad de llegar de nuevo ante la forma tan “cavernícola” como se ha convertido en un negocio la política.
Este es el momento para exhortar a quienes desean hacer algo por las Islas que busquen sus espacios, si ya lo tienen, empiecen a trabajar desde ahí para que, llegado el momento, puedan orquestar una verdadera revolución para nuestro pueblo.
Suena sectario, pero el joven desde su organización juvenil, el pastor desde su iglesia, el periodista desde su estación de radio o sala de redacción, el odontólogo desde su consultorio, el médico desde su quirófano y el deportista desde la cancha puede hacer la diferencia, ahora mismo es necesario que los políticos, desde sus asientos de poder, hagan lo que deban hacer hasta que, llegado el tiempo de Dios, sean otros los que hagan el trabajo que Dios y el destino les ha asignado porque la política es para los políticos.