Con bastante satisfacción los lideres raizales que han ido a Nicaragua a buscar sus ancestros y familiares al otro lado de la frontera que compartían sin barreras ni limites antes del tratado de 1928 que los dividió, han expresado su optimismo legitimo por volver a encausar las relaciones de cordial fraternidad, sobre todo ahora que está en entredicho una amplia extensión marítima tras el fallo de La Haya, que le quitaría derechos económicos y vínculos culturales.
Ese tipo de acercamientos, de reencuentros con los ancestros, con los parientes, los amigos y los vecinos es no solo legitimo sino además necesario porque solo tendiendo este tipo de puentes, las comunidades sobre todo de los pueblos ribereños caribeños e insulares pueden lograr alianzas que le permitan recuperar de verdad y para si todos los derechos que han visto mermados o afectados por las decisiones que toman los gobiernos centralistas de ambas naciones que albergan esos pueblos.
Lo que hasta ahora han mostrado algunos informes de prensa y las mismas publicaciones que han hecho nuestros líderes raizales es que existe una fraternidad que va más allá de las decisiones y las posiciones de los Gobiernos y que una verdadera integración de los pobladores es inminente, fructífera y en poco tiempo.
Sin embargo no deja de generar cierta suspicacia la forma como algunas instituciones nicaragüenses como la prensa capitalina e incluso algunos sectores oficialistas del Gobierno de Managua, han pretendido sacar tajada de esta amistosa visita de hermanos isleños que buscan a sus pares nicas de las costas Miskitas que antes del tratado eran los mismos por cuenta de su pertenencia al Reino de la Nueva Granada por virtud de la cesión de la Corona Española mediante la Cedula Real de Guatemala en 1803.
Estas gestiones ciudadanas han sido aprovechadas por esos estamentos del nivel central nicaragüense para cuestionar al Estado colombiano y mostrarse como lo que más le conviene a los raizales porque: “Solo Nicaragua reconoce la autonomía de los pueblos originarios”, “El Gobierno de Nicaragua reconoce el derecho ancestral en el Mar Caribe”, “Colombia agrede al Pueblo Raizal” , etc.
Pretenden con esto los nicaragüenses posar de mansos corderos cuando realmente son ellos el lobo feroz que tiene intereses poco amigables con el medio ambiente marítimo circundante a nuestro archipiélago, y donde ya han adelantado acciones exploratorias y pretenden hacer intervenciones extractivas de petróleo y gas sin importar las condiciones ecológicas de nuestra Reserva de Biosfera; un asunto donde ya Colombia decidió su política estatal y es la de no ejecutar ninguna acción exploratoria de hidrocarburos, por muchas riquezas que posea la Nación en esos territorios.
Tampoco se puede perder de vista que Nicaragua con su proyecto de canal interoceánico chino, busca aumentar de manera agresiva el tráfico marítimo por las aguas del archipiélago con futuras consecuencias devastadoras para nuestros ecosistemas marinos y submarinos, por el normal vertimiento de toda clase de contaminantes producto de las maquinas y centinas de los gigantescos buques de carga que empezarán a transitar por estas aguas.
Y lo que menos se puede perder de vista es que es Nicaragua quien desde la década de 1920 mostro su interés por apoderarse de las islas del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y sus mares ricos en recursos hidrobiológicos, hidrocarburos y en ecosistemas. Fue Nicaragua quien desconoció los tratados, demandó a Colombia por la propiedad de las islas y luego de sus mares y busco e hizo lobby ante La Haya para que el Tribunal Internacional de Justicia le despojara a los raizales el Mar que ahora dice es el “único que le reconoce el derecho ancestral en el Mar Caribe”. Ojo a la trampa del pastorcito mentiroso, porque puede resultar al final que la mansa oveja resulta siendo el lobo feroz disfrazado de cordero.