Por: Daniel Newball H.
Quisiera agradecer de antemano las muestras de afecto y apoyo por la más reciente columna escrita en este semanario, ha sido inspirador y, según me han manifestado, ha sido la expresión de muchos isleños que desean que haya una integración cultural entre los habitantes de la región.
Ahora bien, como paso siguiente a la integración y la identificación como pueblo es necesario, tal y como lo hacen muchas otras comunidades, buscar conexiones con comunidades que tienen problemas y necesidades comunes con los nuestros, y mayor aún, que se identifiquen como raíces ancestrales como las nuestras.
En otras palabras, es necesario buscar conexiones con el Caribe anglófono, un Caribe que ha encontrado gracias a las relaciones de sus antiguos colonizadores una salida a sus necesidades de carácter energético, alimenticio, de infraestructura de vías, transporte y control de población.
Nos parece descabellado en muchas ocasiones pensar en soluciones cortoplacistas para resolver los problemas de sobrepoblación con la limitación a la natalidad, queremos tener tantos hijos como queramos en un territorio tan reducido como si la misma fuera a crecer conforme a nuestras necesidades cuando tal afirmación sí es completamente descabellada.
Aún no he visto la primera región que se haya estirado de forma tan tangencial como lo hacen las grandes ciudades del mundo ya que el tamaño de las regiones es directamente proporcional a la vasta extensión de su territorio y sin paralelo de forma que es necesario tener cuidado con la forma como hemos venido trabajando en ese tema.
Nuestra relación actual es directamente con la Colombia continental que tiene poca o ninguna experiencia en el manejo fronterizo ni de relación con sus territorios insulares.
De hecho, muchos funcionarios, conociendo algo del manejo de los franceses y sus departamentos de ultramar, no han sido capaces de implementar sus experiencias con las Islas de San Andrés y Providencia ya que desde la conformación de la Patria el centralismo ha sido la premisa siempre.
Es de recordar que Colombia ha tenido una historia nefasta en el manejo de sus fronteras y con la relación de nuevas culturas que migraron hacia el país en la época de su conformación.
Colombia históricamente impuso en muchas culturas que llegaron al país el tener que modificar sus nombres a la cultura nacional, convirtiendo o traduciendo sus nombres al idioma español y convirtiéndose al catolicismo.
Árabes, alemanes, suizos, franceses, ingleses, estadounidenses, japoneses, chinos e hindúes debieron hacer el procedimiento por encima de sus tradiciones ancestrales como condición para poder vivir en el país, hostilidad que acabó obligando a muchos de ellos a abandonar el país en cierto momento.
Como muestra un botón. el empresario alemán Geo von Lengerke, quien comandó, a mediados del siglo XIX, a un grupo de cien alemanes que se establecieron en tierras santandereanas, la mayoría en Zapatoca, quienes traían consigo innovaciones técnicas que influyeron en el desarrollo agrícola y comercial de la región.
Trajeron el primer trapiche de vapor, dos centrifugadoras de azúcar y un alambique para producir alcohol, también de vapor. Con una moderna visión comercial Lengerke contrató la construcción de caminos financiados por el Estado de Santander a cambio de grandes extensiones de tierra y peajes que le reportarían enormes ganancias.
Lo que no estuvo en sus cálculos es que las tierras recibidas alrededor del camino al Magdalena estaban habitadas por las comunidades yariguíes que vieron como miles de buscadores de quina, tagua y caucho penetraban en su territorio robando frecuentemente sus cosechas.
Esto desató una guerra en la que perecieron indígenas, colonos y empleados alemanes, quedando interrumpido el comercio por dicho camino.
Al citado conflicto se sumó la caída en los precios mundiales de la quina ya que mientras en Santander se dedicaron a extraerla de la selva, europeos en Asia establecieron grandes plantaciones más económicas y productivas lo que llevó a Lengerke cayera en la ruina, los alemanes emigraran y que Zapatoca quedara aislada del comercio mundial.
Esta lección deja que es necesario conectarse con las raíces ancestrales, enseñar que si vamos a ser isleños, debemos conectarnos con isleños iguales a nosotros y menos con los continentales que tienen una visión diferente donde impera las bajas temperaturas y el cemento.
No queremos terminar en medio de saunas ni ambientes pesados de convivencia sino refrescarnos de forma permanente conviviendo en un ambiente sano conforme, y tal como lo dije anteriormente, a las nuevas tecnologías del siglo XXI.