La mejor formar de expresar las rivalidades entre los barrios. La comunidad isleña volvió a dar ejemplo de civismo y cultura el pasado sábado 20 de febrero de 2016, cuando al sur de la isla se llevara a cabo un evento de carrera de caballos, en el cual se aglomeró un gran número de ciudadanos para compartir una festividad de propia de la idiosincrasia nativa de la isla.
El evento magno tenía como hora de inicio las 3 de las tarde, sin embargo desde horas antes había música para ambientar a los desesperados espectadores, que mientras bebían alcohol hacían sus apuestas sobre cuál sería el caballo ganador. En la entrada de este camino escarpado, la Policía Nacional acordonó el lugar para evitar que al sitio ingresara algún antisocial armado a dañar la fiesta.
Con el tiempo había gente de todas las nacionalidades, estratos sociales, servidores públicos y demás, a lo lejos se oían voces y murmullos que habían apuestas que superaban los 50 millones de pesos, sin embargo había algo más valioso en juego que el dinero, el honor y la vergüenza estaban sobre la mesa, dado que los ejemplares en disputa representaban la rivalidad de dos vecindarios Perry Hill y Orange Hill.
Comentaban los asistentes que en la última oportunidad que estos dos equinos terminaron con un empate cabeza a cabeza, situación que llevó a que incrementaran las expectativas entre los asistentes y que incrementara el valor de las apuestas, un línea verde sobre el camino indicaba la meta quien la cruzara primero se llevaría todos los elogios y el botín.
Con el inicio de la carrera el favorito de todos se fue adelante, el jinete que montaba el caballo que representaba los intereses de la comunidad de Orange Hill se fue delante de forma muy rápida y mientras dirigía a su bestia volteaba su cabeza atrás para ver la distancia a la cual venía su rival, quien quedó en medió de la nube de polvo siendo superado por dos segundo, en una carrera que a lo mucho no duro más de un minuto.
Con el fin de la contienda se vino la celebración eufórica de los ganadores y el cobro de la recompensa de quienes apostaron, posterior a eso de manera organizada todos los allí presente se fueron retirando a continuar su celebración en otro lugar, mientras quienes acudieron con la finalidad de encontrar un momento de esparcimiento, diversión y ocio se marcharon con la convicción de haber disfrutado de un momento.
Esto nos plantea una inquietud, San Andrés necesita de un sitio adecuado para estos eventos, un hipódromo con todas las comodidades.