El Gobierno Nacional en cabeza de Juan Manuel Santos Calderón reveló esta semana una serie de sobrevuelos al archipiélago de San Andrés y Providencia y parte de la Costa Caribe de bombarderos atómicos rusos en una travesía de ida y vuelta entre Venezuela y Nicaragua.
De acuerdo con el anuncio colombiano, los bombarderos rusos “en esta ocasión” no contaban con la autorización diplomática del Gobierno de Bogotá, razón por la cual, a juicio del ejecutivo merecía una nota de protesta.
Mientras la Casa de Nariño y el Palacio de San Carlos advertían que los vuelos eran una invasión aérea al espacio colombiano, el Kremlin negaba que fueran vuelos ilegales y que los mismos eran vuelos internacionales debidamente protocolizados.
El cruce de explicaciones entre uno y otro Gobierno sacó a la luz pública un hecho mucho más grave que el sobrevuelo ilegal de la poderosa aviación soviética; que otros vuelos en la misma ruta han sido autorizados por el Gobierno de Colombia en al menos unas cinco ocasiones.
Esto entraña más gravedad aún, por que más allá de la debida colaboración y excelentes relaciones diplomáticas que quiere mantener Colombia con todos los países del mundo, es claro que por afinidad e ideología política, algunos gobiernos congenian más con vecinos hostiles a Colombia que con nuestro país.
Resulta bastante perturbador saber que Colombia ha permitido el repetido paso de naves rusas desde Venezuela hasta Nicaragua; un vecino hostil de Colombia que mantiene un diferendo limítrofe con nuestro país por el Archipiélago de San Andrés y Providencia al que ya arrebató 75 mil kilómetros cuadrados de mar territorial, rico en pesca e hidrocarburos y diversidad biológica y al que quiere dejar enclavado con su pretendida extensión de la plataforma marítima y que viene comprándole armas a Rusia para hacer valer sus pretensiones contra el archipiélago. Acaso ha aprovechado Rusia ese “paso inocente” de aviones militares por nuestro espacio aéreo entre Venezuela y Nicaragua para abastecer de arsenal bélico a Managua, y ello ha contado con la actitud pusilánime de nuestro Gobierno que se hace el ciego-sordomudo en aras de mantener unas relaciones con estos países pro comunistas que le ayudan a conservar los diálogos de paz con las Farc?
Todo este manejo que el Gobierno de Juan Manuel Santos Calderón le ha dado a las relaciones diplomáticas con ciertos vecinos de tendencia comunista-socialista, cada vez debilitan más la preservación de la soberanía territorial y marítima en el área del Archipiélago y frente al fallo de La Haya, la posición de este Gobierno no ha sido firme sino más bien timorata y hasta contemporizadora con Gobiernos como el de Managua.
No en vano hay voces como la del expresidente Uribe que advierten que la alianza de Santos y el Castro-Chavismo ponen en riesgo la conservación del mar territorial de San Andrés.
La dirigencia política de las islas no puede seguir callándose como lo ha venido haciendo postfallo para conservar las relaciones con Bogotá a cambio de las limosnas que le está dando al archipiélago, y debe sentar una voz enérgica de protesta y demandar del Gobierno central una posición firme y clara frente a todo lo que está ocurriendo con Nicaragua-Venezuela y Rusia, y el futuro del territorio del archipiélago.