Por: Daniel Newball H.
Aunque no existen confirmación por parte de sus principales protagonistas, pero es muy probable que haya una campaña política el próximo año donde se enfrentarán, como nunca antes lo hicieron en su momento, candidatos raizales y continentales la cual podría servir de detonante para la xenofobia y el sectarismo para lograr beneficios electorales de uno y otro bando.
Podrían desaparecer los politiqueros de doble discurso que promovían el voto por el contrario los “pañas” en el sector raizal y en otro sector promovían la votación contra el raizal, lo cual desembocaba en la mera canalización de los beneficios de cualquier proceso de crecimiento económico a favor de sus clanes familiares, los mismos que podemos ver a través de las redes sociales con fotografías infames de despliegue de prosperidad económica con el disfrute en los principales destinos turísticos del mundo.
Siento que todo lo que estamos viendo como abrebocas de esta contienda electoral podrían acabar siendo temores infundados orquestados por quienes pretenden sostener por más tiempo el estatus quo de lateralización de los beneficios económicos de una región que ofrece muy poco hacia un solo lado dejando por fuera al resto de la población.
En una monografía detectada recientemente a través del Internet, concluye que el desarrollo humano está muy ligado con el individuo, es decir que en la medida en que se tomen como prioridades la producción, la productividad y el empleo además de un adecuado sistema de redistribución de los ingresos del Estado hacia quienes tienen menores ingresos, fortaleciendo los sistemas de seguridad social, servicios básicos, salud y educación; el individuo y la población en general tendrán un mayor beneficio y asistencia por parte del estado, y por consecuencia desarrollo y bienestar.
Hacerlo sostenido implica que de la misma manera como se explicó el círculo virtuoso de la economía, se prioricen en nuestros ciclos económicos los mismos factores que coadyuven al desarrollo.
Que nuestros gobernantes respeten un plan de desarrollo social de la población y fortalecimiento del estado diseñado a 20 o 30 años de plazo, y que cualquier mandatario se ciña a ese plan respetando sus principios básicos que deberían ser el de priorizar el gasto social, educacional y de salud, promover políticas de fomento a nuevas empresas e inversión, limitar el gasto presupuestario, promoviendo la inversión pública, acceso a nuevas tecnologías, creación de centros de innovación educativa y tecnológica, ayudar a fortalecer una real identidad cultural ecuatoriana y ser portavoces del verdadero cambio que necesitamos, promoviendo la buena elección de nuestros gobernantes.
El punto al que me refiero es que más allá de que haya un “raizal de pura cepa” o un “paña” o “sirio-libanés” en el asiento del Coral Palace, es necesario que este nuevo mandatario propenda por el desarrollo y crecimiento de nuestra población, un personaje que llene el vacío de liderazgo que hace casi dos décadas tenemos en el poder local.
Hemos podido superar ese estigma de mandatarios corruptos y presos que en cierto momento de nuestra historia política estuvo por dar un giro nefasto con la posible colocación de mandatarios foráneos manejados a control remoto desde el Palacio de Nariño rigiendo nuestros destinos.
Ahora resta forjar un liderazgo que, en lugar de pretender mejorar su calidad de vida, pueda pensar más en sus gobernados y en su bienestar, promover un cambio de mentalidad y que las elecciones son más que una oportunidad de hacer cincuenta mil pesos sin trabajar.
El crecimiento que obtengamos fomentando la producción, la competencia leal y útil de nuestra economía, la adecuada redistribución de los ingresos y el cambio de actitud de los isleños frente al desarrollo, debe estar encaminado a conseguir el desarrollo de la región insular, junto a adecuadas políticas de democratización de la sociedad conseguiremos una mejor sensación de bienestar.
Quizá estamos pensando que lo mejor sea que elijamos a un raizal o a un paña para manejar los destinos de las Islas, pero más allá de eso, es que debemos dejar los temores infundados y pensar en lo más conveniente para el liderazgo de nuestra región, que abandonemos por un momento los tecnicismos de la Administración Pública, plagada de expertos en robar sin ser detectados coronando comisiones de éxito y lavando activos para quien sabe quien, y piensen más en la gente que hace rato la tienen olvidada.