Por: Daniel Newball H.
Una llamada reciente que recibí de un colega residente en la Ciudad de Bogotá me llevó a que hiciera un imposible, pero significativo, canje entre el frío y la humedad que se registra en la Capital de la República y el calor casi infernal y dantesco que se registra en el territorio insular.
Tan interesante resultó el canje que cuando este colega se acercó a la isla de paseo me expresó su frustración por el frío y la humedad que se registraba en la localidad durante su estadía, a lo que le respondí que estábamos, por el contrario, muy contentos por el tiempo prolongado en el que la isla estaba pasando por una ola de calor que, finalmente, pudimos cesar con una refrescante lluvia.
Claro esta que una vez vuelve el calor a la isla, toda la humedad que cayó sobre la isla se evapora, transportando consigo una gran cantidad de bacterias que, de no contar con la inmunidad posible que solo un buen jugo de naranja puede proveernos, estaremos casando uno de los famosos “abrazos” o gripes infernales que agobian a cientos durante su permanencia.
Lo cierto es que no podemos seguir pensando que el calentamiento global, tan temida como admirada, objeto de historias apocalípticas producidas en la meca del cine, es algo creado en la mente de un cerebro mediático controlador para generar pánico y ganancias para algún producto del mercado sino que es una mera realidad para el cual debemos estar preparados.
Mas allá de preocuparnos al extremo de pensar que estamos ante las puertas del “fin del mundo”, es bueno saber que esto es parte de un ciclo que, al igual que ahora, se registró en la época medieval.
En el caso nuestro, estamos en época de gran nubosidad, lo cual ha generado que los rayos solares que caen sobre la tierra ven imposibles rebotar hacia la atmósfera, generando olas de calor húmedo que tanto viene fastidiando a los isleños.
Y más aún cuando estamos intercambiando nuestras casas de madera por edificaciones de cemento, edificaciones que están siendo dotados de modernos aires acondicionados los cuales generan los ya conocidos gases que nos están asfixiando.
Importante es resaltar la iniciativa que desde la Corporación Ambiental Coralina se viene promoviendo para la construcción de viviendas bio-amigables, los cuales fácilmente pueden utilizar energía solar o eólica aprovechando las condiciones naturales de la región.
Por lo pronto, estamos en una ola de calor significativa e importante que no puede ser mirado con desdén, debe ser mirado de forma responsable y obligará de nuestros dirigentes una diligencia administrativa para lograr mitigar sus devastadores efectos, mientras los efectos pasen, al igual que alguna vez ocurrió en el Medioevo.