El ex ministro de Salud y Educación, Alejandro Gaviria, hizo un fuerte reclamo al presidente, Gustavo Petro Urrego por la crisis de salud del que culpó directamente a Petro y Guillermo Alfonso Jaramillo, actual titular de la cartera encargada de esa materia.
Con insultos —ese parece ser su ámbito preferido, el de los epítetos—, no podrá ocultar una realidad evidente: el fracaso de política de salud. Los testimonios de los pacientes, los autos de la Corte Constitucional y los pronunciamientos de los gremios médicos, cada vez más fuertes, así lo señalan. Las filas crecen día a día ante la inacción y la desidia de su gobierno. La “potencia mundial de la vida” se convirtió en “potencia mundial de la muerte”.
Su gobierno ha desfinanciado de manera deliberada el sistema de salud, generando grandes problemas financieros que han desembocado, a su vez, en una crisis de atención y de falta de entrega oportuna de medicamentos. Crecen las tutelas, las quejas y los reclamos. Los servicios se cierran y los pacientes claman ante la indiferencia, e incluso el desprecio, del ministro de Salud. La salud es actualmente el principal problema del país por cuenta suya, de su gobierno.
Le recuerdo que Ud. puso en práctica dos “pilotos” que, en principio, iban a mostrar un camino de transformación, de mejoría del sistema de salud. Ambos fracasaron. Hace más de un año, el gobierno asumió el control de la Nueva EPS, la EPS más grande del país. Después decidió intervenirla, con resultados desastrosos. Las sospechas de corrupción abundan. Las contrataciones caprichosas son conocidas por todo el sector. Los medicamentos no se entregan y los pacientes sufren. Lo hemos visto esta semana en todo el país. Sus insultos no podrán esconderlo.
Lo mismo ocurrió con el Fomag. La transición improvisada destruyó el sistema de salud de los docentes públicos. Siendo ministro de Educación de su gobierno, propuse incluir un artículo en el Plan de Desarrollo con el fin de reemplazar a la Fiduprevisora y modernizar este subsistema. Usted no quiso avalarlo. Primaron los intereses políticos y sus acuerdos clientelistas con algunos partidos tradicionales. El resultado de sus decisiones: la corrupción que vemos todos los días.
En medio de una crisis cada vez mayor, usted trata de desviar la atención con un hecho todavía en investigación. La existencia de medicamentos en una bodega —debería saberlo— no constituye evidencia concluyente de prácticas indebidas. La Supersalud tendrá que determinar si se trata de acaparamiento —inaceptable, sin duda— o de acopio operativo, como ocurre regularmente en procesos de distribución farmacéutica. Usted aprovecha esta ambigüedad para llamar vampiros y criminales a todos sus contradictores. Ya lo había hecho en enero con algunas denuncias sobre presuntas atenciones a personas fallecidas, que no terminaron en nada, que nunca derivaron en investigaciones formales.
Es su estilo: buscar relatos eficaces para desviar la atención del fracaso de su gobierno, de la destrucción de la salud. Debería, al menos, acatar las órdenes de la Corte Constitucional, hacer algo para remediar el sufrimiento humano. Tristemente todo seguirá empeorando. Yo ya sé —lo aprendí por experiencia— que usted renunció hace rato a hacer un gobierno decente