Antonio Colmenares Martínez.
Lancelot Pomares, nacido en Providencia, es un observador de estrellas y entre estrella y estrella mira la luna porque sabe que la observación debe ser pareja y advertida para no ser sorprendido con la pérdida del astro mayor. Resulta que Lancelot es muy amigo del ‘Mono William”, un reciclador bogotano al que su esposa Rosita, conocida como la ‘ambientosa’, salvo de las calles y el vicio. Rosita era una prostituta que un día ‘atendió’ al ‘mono’ ejerciendo su profesión y le gustó el hombre a pesar del estado lamentable del reciclador, totalmente ‘llevado’ por el vicio.
El ‘Mono’ llegó a San Andrés, gracias a un golpe de suerte de la ‘ambientosa’ que llamó a una emisora que hacía un concurso cuyo premio mayor era unas vacaciones todo incluido y pago en San Andrés. Como el premio era para dos personas, Rosita, ‘la ambientosa’ invitó al ‘Mono’ y apenas, todo en orden.
Se vinieron a la isla. Y eso fue algo mágico, incalculable para esa pareja. Disfrutaron de todo. Pero casi hay una tragedia porque fue aquí en San Andrés donde se casaron gracias a que se hospedaron en la misma habitación, en donde les entró la ternura y las ganas de aquello por lo que él le pagó un día en una calle del barrio Santafé y para ellos hacer lo mismo sin cobrar ni pagar, selló su compromiso. Tanto que ‘el mono’, le prometió no volver a fumar marihuana. Ese fue su máximo sacrificio, pero lo hizo por amor a Rosita ‘la ambientosa’. Y se lo confesó en la playa, entre un mar de palabras que finalmente Rosita captó y le respondió: “Ya indio no sea tan astronómico y concrétese al acto” y lo violó en la arena. Después del ejercicio del amor, Rosita lo abrazó y le pidió que le prometiera que de verdad dejaría de fumar porquerías. ‘El mono’ prometió cumplir y en eso estaban cuando Rosita se fue a comprar otras cervezas y en el recorrido se encontró unos morenos reguetoneros que la incitaron a bailar y ella accedió. En uno de los pasos del baile ella puso su cadera contra la humanidad del moreno y practicaron un baile erótico que ‘el mono’ calificó como infidelidad y montó en cólera e iba a pelear. Fue cuando apareció Lancelot Pomares y lo calmó y le enseñó que esos bailes eran parte del folclor. El ‘Mono quería matar a alguien y sacó la navaja y le dijo a Pomares –“Si hermano lo que pasa es que ella es muy bonita, era de las mejores prostitutas del barrio Santafé, todos querían con ella y ahora es mía, hermano, mía, entonces me dan celos estas vainas, por eso voy a matar a ese man”.
Pomares le habló un rato y le explicó que nadie le pertenece a nadie y que la libertad consiste en que “cada uno haga lo que le dé la puta gana aún si con eso daña a la persona que se considera es su compañero o compañera sentimental, así es la vida”. Ese episodio los volvió amigos, muy amigos y hablan a menudo por teléfono.
Hace unos días Pomares llamó a su amigo el ‘mono’, para decirle que lo envidiaba porque si menos de la mitad de la gente que ha salido a respaldar al alcalde Gustavo Petro en la Plaza de Bolívar hubiera salido a protestar por la pérdida de más de 75 mil kilómetros de mar, a lo mejor se tendría la oportunidad de defensa, pero nada, la actitud andina no permitió que esto pasara’.
‘El Mono’ le contestó: “Amigo isleño, tranquilo que el alcalde Gustavo Petro se cayó para arriba, ahora, en un tiempo, cambian al Procurador, le levantan la sanción a Petro y será el presidente porque toda la ‘gallada brava’ de los barrios de Bogotá, votaremos por él y los ‘pobres somos más, tranquilo ‘vale mía’, esto apenas comienza, y le colgó”.