Por Antonio Colmenares Martínez, Especial para The Archipiélago Press
No, no se trata de que el presidente sea un péndulo, no. Él no es ningún péndulo, si lo fuera no les había aprobado la nueva prima a los congresistas como para ir aceitando su sueño de la reelección. Más péndulo si les soluciona los problemas a los campesinos, o a las madres comunitarias, no eso no importa ahora, de pronto más adelante cuando le hagan falta esos votos. La idea tampoco es hacer referencia del órgano que le operaron ‘a mil’ y que le permite orinar sin esfuerzos ni dolores. No es ese tipo de péndulo.
El tema es que el presidente Juan Manuel Santos, ha tomado los acuerdos de paz con la guerrilla y el fallo de la Corte Internacional de Justicia –CIJ- como los momentos culminantes del recorrido del péndulo de su gobierno. Ese movimiento de vaivén lo tiene bien estudiado el ‘mandamás’. Lo ha tenido en cuenta con alta precisión maquiavélica.
Un día antes de que se conociera el fallo de la CIJ, echó a andar los diálogos con las Farc en la Habana. El 18 empezó con isócrona y socarrona puntualidad esa actividad, un día antes de conocerse el fallo precisamente para que una cosa tapara la otra pues sabía que lo de La Haya le iba a traer muchos dolores de cabeza, tal como ocurrió.
Y hora está en una campaña abierta hacia la reelección, con todos los pasos fríamente calculados, hasta les pidió a los congresistas de la U que le dijeran que debía hacer en el caso de los diálogos con la guerrilla, si suspender, pararse de la mesa o seguir. Desde luego la mayoría le dijo que debía seguir porque al menos el 85 por ciento de los colombianos le apuesta a ese proceso y espera un día de estos ver a Pablo Catatumbo durmiendo en el Salón Elíptico en una plenaria o los otros del secretariado, ‘secreteando’ a punta de pin de BlackBerry en el Congreso y todos ganando 25 miserables millones de pesos, como cualquier ‘padre de la patria’ que se respete.
Pero la otra marca del péndulo es lo del mar de San Andrés. Y así como el péndulo de Foucault demuestra la rotación de la tierra, también va a marcar, en el caso de Colombia la ley de la ‘rotación’ en la Presidencia, porque no es posible que a una persona que acate un fallo que le obligue a ceder tanto territorio, se le vaya a premiar con otros cuatro años de ejecutorias cargadas de ignominiosa fantasía, que está hundiendo al país en la extrema pobreza.