Definitivamente el gobierno de Juan Manuel Santos, no solo anda en las muletas de una unión nacional de partidos, o mejor de algunos personajes representativos de partidos políticos, untados hasta la coronilla con la asquerosa indignidad de aceptar dineros del Estado para su goce personal como pago por haberle conseguido los votos para que se reeligiera como presidente, sino que la actitud cosmética de bailar con los indígenas, dictar clases de primaria o nombrar funcionarios sin el cumplimiento del concurso de meritocracia, más por acomodamiento político o simplemente por el populacherismo de preferir a personajes farandulizados en cada región, como ocurrió en San Andrés.
Con todo respeto hay que decir que los nombramientos de la viceministra de Turismo, Sandra Howard y la embajadora en Trinidad y Tobago, Patricia Archbold, en la práctica, no ha sido lo mejor para el Archipiélago. No se discute aquí la capacidad intelectual, profesional y de trabajo que tienen las dos damas, eso no se puede negar, bastante han probado las dos que han tenido éxito en las empresas privadas en las cuales se han desempeñado en altos cargos y como gerentes. Pero en el gobierno no califican con las mejores notas. Pasan raspando en cuanto a gestión y es muy débil la esperada impronta de huellas firmes de obras y gestiones que queden para el futuro y que hablen en la historia del paso por el gobierno de estas dos exreinas de belleza, excelentes representantes de la hermosura de la mujer isleña raizal, por cargos en los que pudieron demostrar mucho más compromiso.
Con el debido respeto por la viceministra Howard, hasta el momento sus coterráneos han estado a la espera de decisiones y ejecutorias desde el viceministerio de Turismo que realmente pongan a San Andrés, Providencia y Santa Catalina como lo que realmente son estas islas: El mejor destino de sol y playa, por algo las playas fueron reconocidas y ganaron recientemente un premio. Aún le queda tiempo y es posible que tenga un as bajo la manga y en el momento menos esperado sorprenda a todos los habitantes de estas latitudes.
Por el lado de Patricia Archbold, el asunto es más delicado, porque puede tener serios problemas si se comprueba que el motivo de su renuncia a la embajada de Trinidad y Tobago, está relacionado con un caso de fraude en documento público y que no es simplemente una dimisión protocolaria.
Como ejecutiva, Patricia siempre demostró su capacidad intelectual y de trabajo, pero, parece mentira, y se quisiera que fuera al menos un mal entendido lo que ocurrió, pero si se cometió un error deberá cumplir con la totalidad de los pasos que la justicia impone para quien caiga en la tentación de mostrar algo que en realidad no le pertenece, como fue el caso del diploma que la avala como profesional, según las pruebas.
Sería bueno reflexionar sobre los nombramientos de isleños y raizales en cargos del nivel nacional, porque bienvenidas las personas como Sandra y Patricia, pero, ¿Por qué no respetar la norma de la meritocracia, hay muchos jóvenes isleños y raizales, hombres y mujeres, que se han preparado con esfuerzo de sus padres y el de ellos para servir a su tierra y lo menos que se puede esperar es que se les dé una oportunidad, sin necesidad de que tengan que tener padrino político o por cualquier otro embeleco inventado por el ‘pintor de pajaritos en el aire’ Juan Manuel Santos, que no habla de obras serias sino de la recompensa para doña Mechas, por haberlo ayudado a seguir en la presidencia, dictar clase de primaria, pescar en la playa como hizo aquí y nombrar cargos públicos sin la aplicación de la meritocracia.
Santos pasará a la historia como el presidente de mayores gastos de dinero del estado en cuestiones cosméticas, de apariencia y sin profundidad para solucionar verdaderamente los problemas de las regiones que en buena parte pasan por no tener buenos representantes a la Cámara, que puedan gestionar sin convertirse en los ‘traidores de la mermelada’.