Cada vez se va haciendo más evidente que el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya del 19 de noviembre pasado fue una especie de conspiración de intereses internacionales contra Colombia, donde evidentemente nuestro país ha jugado un rol pasivo también por conveniencia a los intereses del gobierno de turno, no importa que ello implique sacrificar el territorio colombiano (particularmente el del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina) y sus gentes, a las cuales después el propio presidente Juan Manuel Santos Calderón ha pretendido venir a insultar con halagos y lisonjas que no son más que la deuda histórica que el estado ha tenido para con estas islas desde siempre.
A las revelaciones hechas por la exministra de Relaciones Exteriores y recién renunciada miembro de la Comisión Asesora de la Cancillería, Nohemi Sanín, quien alertó la asociación que existe entre la legendaria potencia asiática de la República Popular China, ahora se suman los propios Estados Unidos y Rusia; los tres con intereses estratégicos en el canal interoceánico de Nicaragua.
Acaba de revelar Alexander Vlasov, Director general del Astillero Fair-Nevsky de St. Petersburg, que el Gobierno de Rusia entregara seis patrulleras de mar a Nicaragua para custodiar el mar que La Haya le acaba de quitar a San Andrés para endosárselo a los sandinistas. El funcionario dijo que se preparan ya dos misileras Rayo, y se está considerando la solicitud por parte de Nicaragua para el suministro de hasta cuatro patrulleras Mirage, del Astillero Rybinsk Vympel. Se trata de naves que han sido concebidas para la protección de aguas territoriales, zona económica exclusiva y tareas de aduana marítima. Las patrulleras se equipan con un cañón AK-306 automático de 30mm, y puede equiparse con ocho misiles de defensa aérea Igla-1M. El sistema de cañón de seis tubos AO-18L de revolver y operación electrónica, con 500 tiros de munición lista y con una cadencia de disparo de 1.000 rpm. Su alcance aéreo es de 4.000m y de 5.000m contra blancos de superficie, y hay espacios disponibles para ametralladoras 14,5mm con 1.000 tiros cada una.
Mientras Nicaragua cada vez habla más duro, reclama más territorio, y muestra los dientes con estas adquisiciones militares para hacer presencia cerca de San Andrés, Providencia y los cayos del archipiélago, la laxa posición diplomática de Colombia en cabeza de su Canciller y de su propio Presidente, van cediendo terreno a las pretensiones expansionistas de Nicaragua y provoca reacciones de indignación como las de la excanciller Sanín, quien ha documentado parte de esta conspiración, pero su teoría ha sido desechada de un plumazo por el gobierno que sigue manejando de manera errática el diferendo por San Andrés.
Pero además de Rusia y China con su régimen socialista-comunista muy similar al nicaragüense y ahora más recientemente al venezolano, que ha sido actor político muy importante en estos últimos acontecimientos internacionales en América Latina, y al cubano, de cuyas ideologías políticas parece nutrirse el proceso de paz del gobierno de Juan Manuel Santos Calderón con la guerrilla de las Farc en La Habana, ahora venimos a saber que el Gobierno norteamericano de Barack Obama, también tiene intereses en ese canal interoceánico, y por lo tanto juega un rol importante en todo este diferendo por San Andrés, cuyo otrora mar será valioso para el pretendido canal.
Los empresarios estadounidenses están interesados en el proyecto del canal interoceánico de Nicaragua y le darán seguimiento a su desarrollo, según lo admitió el subsecretario de Comercio de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, Walter Bastian. «Me fascina el tema del canal, es algo a lo que le vamos a dar seguimiento las empresas norteamericanas», dijo Bastian en rueda de prensa, tras reunirse con la Cámara de Comercio Americana Nicaragüense (Amcham). El interés estadounidense en el canal de Nicaragua fue confirmado por el presidente de Amcham, Diego Vargas. Estados Unidos considera que «hoy el 70 % del comercio que se gesta a través del canal de Panamá se mueve de la costa este a la oeste de Estados Unidos, y el canal que Nicaragua quiere construir está pensado para barcos más grandes que los que admite el canal de Panamá, uniría los océanos Pacífico y Atlántico, incluiría un ferrocarril, un oleoducto, dos puertos de aguas profundas, dos aeropuertos y zonas francas, a un costo estimado de 40,000 millones de dólares.
Todo un juego de estratégicos intereses multinacionales que dejan al archipiélago de San Andrés y Providencia en medio de un gran flujo de navegación que la va a afectar ambientalmente, y para lo cual había que despojarle su mar territorial.
Lo peor del asunto es que todo esto se ha dado en medio de un Gobierno que aun cuando no es culpable en buena parte de la estrategia de defensa que se adelantaba en la Corte Internacional de Justicia, resulta ser el mayor responsable del despojo final porque su posición política débil, laxa, con una diplomacia meliflua y con una actitud militar tímida y hasta miedosa, está permitiendo que los nicaraguenses poco a poco se vayan entronizando en un mar que históricamente ha sido de los isleños, a quienes han ido desplazando de su lugar de pesca. Esto muestra que si no hay un cambio de posición política a una postura más firme y categórica, prontamente todas las potencias mundiales, de la mano de Nicaragua, nos acecharan en las playas de nuestros cayos e islas mayores.