Por: Efraín Dawkins Sanmiguel*
En los sueños siempre estará la inspiración, miles de poetas y escritores dedican cientos de páginas a hablar sobre este tema, que resulta ser también, el motor de muchos para salir a conquistar el mundo.
El permanecer estático en un solo lugar, sin ver otras opciones y sin moverse hacia otras direcciones, termina convirtiéndose en un arma de doble filo que podría limitar de manera significativa su cumplimiento.
No se puede encontrar lo que no se ha buscado, nada llega a nosotros por coincidencia ni por simple improvisación. La obtención de las oportunidades en la mayoría de los casos, resulta ser el efecto de una buena búsqueda. Una búsqueda estratégica y planeada en donde se vuelve vital alcanzar un objetivo, que será el «Gran Premio» al final de la competencia.
Desde niños, siendo tan ingenuos y a la vez muy ágiles, nos acostumbramos a buscar lo desconocido, todo aquello que nos genera dudas y misterios. Crecemos y poco a poco vamos perdiendo esta cualidad alimentada por la curiosidad y el deseo de aprender nuevas cosas, que nos ofrecen una experiencia distinta y única.
Los grandes retos provocan miedo e incertidumbre, convirtiéndonos en investigadores del mundo en el que deseamos vivir y crecer.
En las carreras de autos, normalmente un grupo de personas especializadas en el área de la mecánica automotriz, preparan de manera cuidadosa el auto que se encuentra próximo a correr, para garantizar que este no presente ningún tipo de fallas técnicas a lo largo de la carrera, ni que pueda estar en riesgo la vida del conductor por errores de revisión.
Imaginemos a ese auto como la representación física de nuestro sueño, el cual necesita revisión, preparación, arreglos y mucho cuidado. Ahora imaginemos ser ese piloto que luego de un previo conocimiento de la pista en la que correrá, tratará con mucho sudor y esfuerzo conseguir la victoria.
Cuando perdemos las llaves del carro, la billetera, ropa y demás cosas, prácticamente un impulso nos lleva a emprender una búsqueda para conseguir nuestros preciados objetos que por apego personal o cariño, nos negamos a perder.
De igual forma, no debemos negarnos la posibilidad de obedecer a ese instinto que nos dice que debemos levantarnos, planear, visualizar y luchar, por lo que tanto hemos esperado, ese premio al final de la Gran Carrera.
*Estudiante de Comunicación Social y Periodismo-Universidad del Norte