Por Germán Pacheco Hawkins
Desde hace muchos años, San Andrés e Islas no figura dentro de las prioridades de la agenda política nacional.
Los isleños tuvimos que esperar que dos huracanes destruyeran casi por completo a Providencia para que el gobierno se acordará de nuestra existencia.
Las autoridades políticas de la isla fueron las que respondieron en gran medida para mitigar el desastre, tomando medidas como asumir los gastos de energía de los hogares para aliviar el sufrimiento de la población local.
Dos años más tarde, los habitantes de SAI siguen sin poder levantar cabeza. Pero el gobierno sigue sordo.
San Andrés está pagando por los platos rotos que deja el mal manejo de la política nacional.
Desde el año 2020, la pandemia generó una grave crisis en el sector del transporte aéreo y del turismo que golpeó fuertemente la economía de las islas.
Elementos más recientes, como la guerra en Ucrania, impactaron los precios del petróleo y el dólar, encareciendo los pasajes y desmotivado a los turistas.
Adicional a eso, la quiebra de VivaAir y de UltraAir han terminado de agobiar al sector turístico de SAI, que pasó de recibir 34 vuelos diarios a 8.
La falta de previsión del gobierno nacional frente a esta crisis y su respuesta tardía puso a los isleños, una vez más, a pagar los platos rotos.
La inflación descontrolada y la pobre vigilancia preventiva de la Aeronáutica Civil, explican el profundo descontento de las poblaciones locales, así como su falta de esperanza.
Este panorama poco alentador es el que viven los isleños. Frente a esta situación, resulta urgente dar un giro drástico y enderezar la dirección para retomar un camino de progreso para nuestras islas.
Las soluciones existen.
El progreso de san Andrés depende, en primera medida, de que el gobierno nacional firme los decretos que le permitan ejecutar de forma rápida y eficiente el conjunto de medidas que anunció.
Lo que necesitan nuestras islas son acciones concretas e inmediatas. El tiempo es oro y no podemos seguir perdiéndolo. San Andrés, Providencia y Santa Catalina necesitan recuperar cuanto antes los niveles de visitantes.
Además, necesitamos que las decisiones vengan acompañadas de nuevas frecuencias de vuelos hacia San Andrés, porque solo así podrá funcionar este paquete de medidas como lo que necesitamos: UN REACTIVADOR DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA.
Las subvenciones públicas no pueden demorarse. Cada minuto cuenta para la sobrevivencia de nuestras familias.
En segundo lugar, sabemos que con el gobierno nacional hay un espacio de debate sobre el turismo.
Propongo que nuestro departamento sea el epicentro para analizar la nueva política de turismo nacional, y la puesta en marcha de un CONPES de turismo que financie las apuestas de crecimiento del turismo en toda Colombia, en especial en el archipiélago.
En nuestro caso, la sostenibilidad del turismo necesita de la capacidad del sector para reinventarse, para ofrecer experiencias nuevas, basadas en los sentidos. San Andrés es más que mar y playa, es oferta gastronómica y cultural, sabores que sorprenden y sonidos que encantan.
Nuestra marca turística será la mejor estrategia para desarrollar una oferta de calidad, que permita que los turistas descubran y prueben, con todos sus sentidos, la riqueza de la cultura isleña, su música, su comida, sus olores y encantos.
San Andrés se volverá el sueño encantado de los viajeros. Para logarlo, es necesario que el gobierno nacional apoye la creación de un banco de proyectos turísticos que pueda financiar nuevas ideas y que permita a toda la gente de SAI progresar.
Finalmente, es importante dejar claro que el progreso de la isla no depende solo del turismo. Para progresar es necesario terminar la recuperación de la isla pos pandemia y post huracanes para todas las familias del departamento.
Los isleños demostramos que tenemos toda la voluntad para recuperar el potencial del archipiélago y convertirlo en una tierra de oportunidades. Pero para lograrlo, necesitamos que el gobierno empiece a mirar en nuestra dirección.
Nos cansamos de pagar por los platos rotos y las malas decisiones que se toman desde Bogotá.