Por César Pizarro B
Lo primero que debo decir es que esta crónica la escribí a 30 mil pies de alturas a a bordo de un avión Air Bus 320 de la aerolínea colombiana de bajo costo, Viva Colombia, en la ruta Bogotá-San Andrés en la noche del lunes festivo. Regresaba de clases universitarias que debo tomar cada mes en la capital y también venían en mi vuelo dos de mis compañeros de clases.
Cuando hice mi web checkin en el hotel, el informe del sistema en línea de la aerolínea advertía que si hacía el checkin pero no lo imprimía, debía pagar en el aeropuerto 25 mil pesos, por lo que me esforcé por imprimirlo antes de llegar al Dorado.
Ya abordo mi compañero me informó que trató de hacer el chekin a la una de la tarde, pero el sistema no lo permitió porque estaba fuera de servicio. La suspicacia de Gómez lo hizo tomar foto del pantallazo de lo que le informaba el sistema de la aerolínea, la cual presentó como prueba en el counter de Viva Colombia en el aeropuerto, donde le cobraron 56 mil pesos por no haber impreso el checkin. Su persistencia le hizo convencer a la dependiente de la aerolínea que no tenía por qué pagar un valor adicional por una simple impresión que en cualquier papelería no vale más de mil pesos.
Pero cuando yo llegué al counter de Viva Colombia, me hicieron pesar el mismo equipaje que ocho días había embarcado, con una etiqueta que decía equipaje de mano y que cumplía el reglamento de tamaño y peso. Pero a la funcionaria de la aerolínea se le ocurrió que mi equipaje debía pagar un valor adicional, para el caso 56 mil pesos. Molesto pero obligado procedí a pagar, entonces no permitieron porque solo se permite en efectivo y en ese momento solo me quedaba el vuelto de un billete de cincuenta mil pesos, luego de pagar 25 mil pesos de servicio de taxi, razón por la que me tocó ir a un cajero bancario a retirar para pagar en sala el excedente cobrado.
Ya en sala, encontré a dos de mis compañeros de clases. Al ver la maleta de la compañera se le acercó una dependiente de Viva Colombia y la hizo medir y pesar su equipaje, el cual tenía un rotulo de la misma aerolínea que indicaba que se trata de equipaje de mano, pesaba tres kilos y entró perfectamente en el medidor de la aerolínea, solo que se pasó dos centímetros de alto. Esos dos centímetros de alto le costaron 75 mil pesos que ella no tenía, a lo que la funcionaria de la aerolínea en tono amenazante le dijo que si no los pagaba no embarcaba.
Como no reciben tarjeta de crédito y ya estaba advertido que de no pagar el equipaje no me dejarían pasar, retiré del cajero 80 mil pesos, solo que yo me los ahorré porque en sala no me cobraron por mi maleta tipo ejecutivo de negocios, que calza perfectamente en las medidas de la aerolínea y pesa exactos seis kilos. Pero sirvieron para “salvar” a la compañera de que la dejara el avión, a más que para San Andrés lo cobran como destino internacional y es más costoso.
Ya dentro del avión, nos ubicamos en la fila 14, ella al lado mío, y una pareja de adultos mayores al lado de ella. El señor un militar retirado, pagó 514 mil pesos por los dos tiquetes ida y vuelta a San Andrés; una autentica ganga. Pero también le cobraron los mismos 75 mil pesos por su maletica que pesó menos de cuatro kilos. La solución de la pareja fue desocupar la maleta, meter el contenido en una bolsa y dejársela a Viva Colombia. El señor, a quien no pregunté su nombre, me dijo que el mismo paquete en Avianca le costaba 150 mil pesos más, lo que indica que con lo que le estaban cobrando por la maleta, que seguramente sería doble por el regreso, salía por el mismo costo, con el valor agregado que en una línea comercial normal acumula millas voladas y tiene derecho al menos a un refrigerio a bordo que en Viva Colombia hay que pagar.
No voy a negar que Viva Colombia ha contribuido a bajar los costos de los tiquetes aéreos en Colombia, ha servido para que familias enteras hagan viajes por Colombia, entre las que incluyó la mía, y muchas veces he viajado en diferentes trayectos domésticos en el país, resultando bastante económico, pero no hay derecho a que a un viajero lo obliguen a pagar un exagerado valor por un kilo o centímetro de más. Esta situación la están capitalizando las otras aerolíneas que han sentido una competencia fuerte en Viva Colombia, y ahora están ofreciendo no solo los 23 kilos de bodega, si no 10 adicionales en mano, además de sacar promociones tan económicas como los costos de itinerario de Viva Colombia, con lo cual esa aerolínea está desnaturalizando el propósito de las aerolíneas de bajo costo que es ofrecer viajes baratos.
Pero sucede que una serie de “peajes” que incluye en el proceso de compra en línea como pago por no hacer web checkin, o por fila corta, por maletas adicionales, por servicio a bordo y por seguro, que de no desactivarlo el cliente al momento de la transacción en línea, le sale por un ojo de la cara, o los que se pagan en el aeropuerto por equipaje normal, están generando deserción de clientes ya habituales de la aerolínea, porque sienten que al final de cuentas, ya no resulta tan barato viajar en Viva Colombia.