El desconcierto envolvía el ambiente, aún inclusive después de que arribaran en masa al área de urgencias del Hospital Departamental Amor de Patria familiares y amigos de Eduardo Pardo Hernández, un profesional de 32 años de edad y quien laboraba como auditor en el Hotel Calypso Beach, y que murió de un impacto de bala en la cabeza siendo su cuerpo sin vida conducido de inmediato a la morgue.
La noticia se regó casi instantáneamente por toda la isla ya que previamente habían asesinado a otro habitante de este populoso sector de la isla de San Andrés.
“Mi hijo era bueno, mis hijos son todos buenos. No entiendo por qué lo mataron. Tanto me esforcé para sacarlos adelante, para que fueran profesionales para que ahora les hagan esto.
Me dice la Policía que posiblemente fue por error, como van a cometer un error con un ‘pelao’ tan bueno y juicioso, que trabajaba como persona seria para llevarle de comer a su familia y no se metía con nadie. No sé cómo me voy a reponer de esto, pero esto es duro. Mi hijo era profesional y trabajaba juicioso como auditor en el Hotel Calipso Beach para que le hicieran semejante cosa, que lo mataran como a un perro y lo dejaran tirado”, cuenta entre el llanto, el desconcierto y la impotencia su señor padre, quien trataba de consolar a su otro hijo, un agente de policía activo que no podía creer lo que estaba sucediendo.
“No vayas a decir groserías, nunca lo hiciste y ahora no lo vas a hacer. No vayas a perder la cabeza por esto. Guardemos la cordura, vamos que la policía nos va a interrogar y ellos nos van a decir quien hizo esto”, le dice al padre a su otro hijo quien exclamaba improperios al aire en busca de apuntar a la persona que le arrebató la luz que alumbraba en vida su hermano.
“Él era un muchacho bueno, no se metía con nadie. Jamás le escuché un insulto a Eduardo para que ahora le fueran a hacer esto, ahora van a decir que estuvo metido en vainas cuando no era así. Por ahí escuché a un policía diciendo que posiblemente le dieron el tiro por error, si es verdad esos malditos van a pagar porque esos manes no tienen por qué estar matando gente a la loca”, afirmó Luis, un mototaxista residente del Morris Landing quién se refirió a los hechos.
Consternados y desconsolados solo podían expresar con llanto y dolor lo sucedido con Pardo Hernández, mientras que su esposa recibía el abrazo de las hermanas y demás familiares frente a lo sucedido con su esposo, el hombre que ya no volverá a casa luego de intensas horas de trabajo, el hombre amado por todos y respetado por sus buenos modales pero que las balas asesinas de una recua de bandidos a sueldo le arrebataron la vida para volver a las sombras de las cuales las autoridades algún día los sacarán y expondrán para que respondan ante la justicia.