La moto azul de Juancho, fiel compañera diaria para hacer diligencias y visitar amigos cuando había un poco de tiempo, se quedó allí obedientemente parqueada frente a un popular restaurante de la avenida 20 de julio, una de las más concurridas, especialmente al mediodía. Juan García Jaramillo, el empresario, el comerciante, el gerente y hombre trabajador, no regresó a montar su motocicleta azul, como siempre, como hasta hacía un rato, su cuerpo fue llevado en una camioneta hacia el hospital en un esfuerzo supremo por salvarle la vida.
Las personas que a esa hora circulaban por el lugar se miraban unos a otros a la espera de información sobre los disparos que se acababan de escuchar. Pero nadie hablaba, solo cuando vieron como sacaban a Juan del establecimiento denominado Los Víveres, un local con carpa verde adonde la víctima de los violentos había ingresado a saludar y tomarse una cerveza que se quedó servida, intacta.
Apenas había saludado cuando entraron los homicidas y uno de ellos le apunto al pecho y apretó el gatillo en tres oportunidades. Lo demás fue tristeza, extrañeza, estupefacción. “A uno lo matan a plena luz del día en cualquier parte y nadie ve nada”, “El próximo homicidio será en el Comando”, eran algunas de las frases que se escucharon en las esquinas y en los corrillos, ciertamente la gente se atemorizó.
Claro, porque en dos semanas, en San Andrés, se habían cometido tres asesinatos selectivos y empezaba a sentirse la zozobra en sectores del comercio, que podrían ser afectados por grupos delincuenciales que los obligan a pagar extorsiones. En otros casos los actos violentos tienen que ver con ajuste de cuentas entre delincuencia vinculada con el narcotráfico.
Pero la muerte de Juan García no fue la última, horas después, la violencia cobró otra víctima. Esta vez fue Johnny Lambis Maldonado, un trabajador de la construcción, que según los amigos y familiares, no salía de su casa en las noches, era cristiano evangélico y parecía no causar ningún mal a nadie.
La policía investiga sobre esta serie de hechos violentos y conjuntamente con la gobernación y la Armada estableció algunas medidas de choque para controlar la situación como mayor número de puestos de control, requisas y sobrevuelos de helicópteros.
Además la administración departamental ofreció recompensas hasta por 15 millones para quien de información que conduzca a la captura de los responsables en este baño de sangre al que sometieron las mafias a San Andrés.
Parece como si esta hermosa Isla se volviera más pequeña cuando se repiten los casos de muerte selectiva. Es un efecto sicológico, es como para que se pregunte cada residente y cada turista, porqué en 27 kilómetros cuadrados puede campear la violencia sin que las autoridades y especialmente la Policía puedan controlar la situación.
Homicidio del comerciante
Al mediodía de este viernes fue asesinado el comerciante Juan García Jaramillo. Recibió tres impactos de arma de fuego que fueron instantáneamente letales. Los autores del crimen son dos hombres que llegaron en motocicleta hasta un establecimiento de víveres en el que había ingresado la víctima para saludar a unos amigos.
El pistolero solo le puso el arma en el pecho al comerciante y accionó el gatillo. Así de fácil borró de la faz de la tierra a un hombre querido y respetado en San Andrés por su capacidad de trabajo y su don de gentes. García Jaramillo, desde hacía varios años administraba la estación de servicio Portofino, antes fue propietario de una panadería y gerente de RCN Radio en San Andrés. Estos sicarios continúan libres gozando de impunidad y burlándose de la Policía.
Tres homicidios selectivos en dos semanas
Con esta acción violenta, son tres muertes perpetradas por sicarios en menos de dos semanas, lo cual hizo que la Gobernadora del departamento Archipiélago, Aury Guerrero Bowie, reaccionara y de inmediato convocó un Consejo de seguridad, con participación de los comandantes de la Armada, Policía y Fuerza Aérea y que dejó como resultado la orden de incrementar los retenes y controles a vehículos, requisa y solicitud de documentos de identificación y residencia a personas, además de constantes sobrevuelos de helicópteros.
Comunidad en alerta
Por su parte la comunidad comenzó a exteriorizar sus inquietudes y lo que comenzó como una pequeña chispa se ha convertido en una candelada de indignación para convocar una movilización por las principales calles para exigir mayores niveles de seguridad especialmente a la Policía Nacional, que es a la Institución que le corresponde poner en actividad toda la fuerza de inteligencia para sofocar la violencia que se ha atribuido por parte del Comandante del Departamento de Policía San Andrés, Jorge Alberto Gómez Duque, a la presencia de grupos como los ‘Urabeños’ y los ‘Rastrojos”, entre otras posibilidades.