(Foto tomada de San Andres Hoy) Ocurrió en el barrio Sarie Bay de San Andrés/ Antonio Colmenares Martínez. La muerte cumplió una cita en el barrio Sarie Bay de San Andrés, en la tarde del viernes 18 de julio. La cita se dio en una especie de bahía que está al frente de un lugar en donde, por muchos años se luchaba contra el dolor y la muerte: El antiguo hospital Santander, después nombrado como Timothy Britton, hoy convertido en ruinas. Ahí frente a ese recuerdo arquitectónico, un carro adscrito a la sección de criminalística de la Policía dio un giro y mató a la señora Hortensia Sierra Flórez de 56 años, quien, a esa hora había sacado a pasear a dos mascotas de la familia Besalel, según testigos. Así llegó la muerte a la cita, vestida de uniforme y en carro oficial, que aunque huyó del escenario, fue descubierta y ‘todo se supo’, como debe ser.
En efecto, la patrulla de placas ZJN210 al intentar dar un giro para regresar por donde venía, entró a la bahía, presuntamente y según testigos, a alta velocidad y atropelló a la señora Hortensia y a una de las dos mascotas. Los uniformados, según los testimonios, no se detuvieron a observar que había pasado y a prestar los primeros auxilios, sino que huyeron de la escena. Fugarse fue algo instintivo, propio de un ser humano asustado por la responsabilidad de haberle quitado la vida a otro, pero el peso de la conciencia doblegó la balanza y el involucrado conductor decidió contar toda ‘su’ verdad.
Ahí quedó evidenciado que las capacitaciones exhaustivas a los agentes tienen vacíos ante los momentos de verdad, cuando hay que responder por los errores, porque eso por más que se estudie no se aprende así, esa parte moral y ética, viene de formación familiar es la fundamentación primaria de valores que muchas veces viene incorporada en la genética y no hay necesidad de estudiar ni ejercitarse como para ser responsable de los propios actos.
Al cierre de esta edición se adelantaba la respectiva investigación con el fin de determinar los pormenores de un hecho que conmocionó a la comunidad sanandresana, no solo por lo dramático del episodio sino por lo que nunca se esperaba de los funcionarios públicos, menos tratándose de agentes de Policía, que se supone están debidamente entrenados como para saber qué hacer en un caso como el ocurrido en uno de los sectores más representativos de la isla.