La soberbia, prepotencia, arrogancia y sobradez del Clan Político Gallardo ya resulta más que insoportable. Pretenden éstos decidir no solo quien puede trabajar en un empleo público, aspirar a un cargo de elección popular, sino incluso quien puede vivir o respirar en la isla.
El extremismo de los procederes políticos de esta Saga Regional quedó en evidencia la semana pasada cuando destaparon sus cartas electoreras para la próxima contienda comicial, haciendo blanco de sus ataques a una importante comunidad de las islas, que no solo ha convivido en forma pacífica y respetuosa por más de medio siglo entre los isleños, sino que además ha aportado muchísimo al desarrollo económico y empresarial de la región.
Este no solo fue un ataque político, fue un ataque racista que incluso pudiera merecer un reproche penal, por cuanto las leyes colombianas penalizan practicas discriminatorias contra los individuos o miembros de una comunidad por asuntos raciales, y eso lo sabe el editorialista del periódico semanario Caribbean Post – donde se vertieron los insultos raciales- por cuanto tiene la condición profesional de abogado.
Pero además de racismo político y xenofobia, la posición editorial del Gallardismo resulta hipócrita e inmoral. Es hipócrita por que el principal mentor del Gallardismo, el representante a la Cámara Julio Gallardo Archbold se ha valido de la comunidad árabe asentada en las islas, para hacerse elegir. No en vano han sido muchos de estos empresarios quienes han financiado varias de sus campañas a Cámara de Representantes y a Gobernación del Departamento, y con cuyos dineros ha ‘aceitado’ sus maquinarias electorales. Además que son muchos de los almacenes de estos empresarios los que han servido de vitrinas para fijar la propaganda electoral de los candidatos Gallardistas. Lo que parece haber molestado al Gallardismo es que uno de la comunidad árabe haya decidido montarle competencia y ya no seguir sirviendo de facilitadores o financiadores de sus campañas.
Y es inmoral porque Gallardo no puede salir a darse golpes de pecho étnicos porque hasta no hace muy poco cuestionaban al Grupo Amen porque supuestamente apoyaba la candidatura a Gobernación de Aury Guerrero Bowie, a la que calificaban de “antipaña” y por que acusaban a este grupo de separatista, e incluso alcanzaron a tildarlo de “traidores de la patria”. Pero ahora en una sorprendente declaración editorial declaran que “somos simpatizantes del grupo Amen en cuanto a su lucha pro raizal”.
Además si se trata de condición racial, la familia Gallardo es tan inmigrante como los mal llamados “pañas” y los ciudadanos árabes que llegaron a las islas tras la declaratoria de Puerto Libre de San Andrés. El que un Gallardo haya llegado a San Andrés 50 años antes que los demás inmigrantes no lo hace menos inmigrante. Gallardo llegó de la mano política del Estado, los demás llegaron de la mano económica del mismo Estado, pero han hecho empresas y no han pelechado un siglo entero de la “teta del Estado” por vía política.
Tan inmigrante es el origen de Gallardo, que a esta estirpe se le puede ubicar en todo el mundo iberoamericano en países como España, Chile, Argentina, México y en Turbaco en Colombia. Y que hayan hecho mestizaje con los nativos, es tan valioso como que muchos “pañas” sin alcurnia y unos pocos árabes, también lo han hecho con nativos raizales en una fabulosa diáspora que lejos de reprochar deberían enaltecer.
También es inmoral que el Gallardismo le atribuya a un candidato de origen sirio libanes la práctica electoral de “Don dinero todo lo puede comprar” porque para nadie es un secreto que el principal poder político y económico de la región la ostenta justamente la familia terrateniente Gallardo, que en los últimos años ha hecho de la plutocracia la forma de mantener el poder político que alguna vez tuvieron por cuenta del voto de opinión.
Y en el plano político si de lo que se trata es de evaluar el desempeño político de un candidato raizal y uno continental o árabe, habría que decir que Jack Housni Jaller es tan politiquero y manzanillo como Julio Gallardo Archbold, y ello no tiene que ver con la condición racial del servidor público si no con el comportamiento individual, los valores y principios de la persona elegida. Simón Gonzales Restrepo no fue propiamente raizal, y no le pudo ir mejor a esa etnia que con el “brujo” de la Barracuda de ojos verdes y lágrimas azules, quien los respetó, valoró e incluso fue quien acuñó el concepto de raizales.
Además no sería la primera vez que miembros de la comunidad árabe, siria o judía se acerque al poder político en el Departamento. Lo hizo el ciudadano de origen judío Benlevi Pechtalt Meza (q.e.p.d) por años a instancias de su esposa Ana Delia García de Pechtalt (q.e.p.d), quien fue intendente y representante a la Cámara, mientras aquel sirvió desde el Consejo Intendencial y la Asamblea Departamental, y nunca discriminaron ni irrespetaron a los raizales, entre quienes tenían muchísimos amigos y seguidores.
No es cierto que a Gallardo le importe que las islas sean gobernadas por ciudadanos raizales, lo que les importa es que sean ellos y sus hijos los que gobiernen, camuflándose en el raizalismo; ellos se creen raizales de primera categoría. Nadie más que ellos han sido de mentalidad mercantilista y depredadora y prueba de ello han sido cien años de progreso exclusivo de ellos y exclusión de los demás raizales, no importa a que haya que apelar con tal de mantenerse en el poder; prueba de ello es la destrucción de la Intendencia y la desaparición de la memoria inmobiliaria de las islas.
Finalmente hay que indicar que si ya era bastante con los insultos racistas que lanzó el editorial Gallardista contra la comunidad extranjera, resultó mucho peor que en un intento por enmendar lo causado se insultara la inteligencia de los lectores pretendiendo insinuar que no fue lo que se dijo si no lo que se interpretó y descontextualizó, como queriendo meterle los dedos a la boca a los insultados.