Antonio Colmenares Martínez
‘Parece que fue ayer’, pero era junio del 2012. El titular de uno de los periódicos más influyentes del país, sembraba optimismo en quienes sienten respeto por el archipiélago: “San Andrés tendrá luz a partir de residuos sólidos”. Dos noticias excelentes, por un lado quemar la basura, acabar con esa porquería y por otro convertirla en luz. A qué habitante de cualquier lugar de este contaminado planeta no le gustaría que de verdad se cumpliera ese propósito. Una maravilla que después de ese junio demoraría apenas tres meses cuando se calculaba que la isla sentiría el rugir de los motores de la planta de residuos sólidos urbanos (RSU) que suministraría energía eléctrica a ‘esta hermosa región del país’.
Si hubiera ocurrido tal prodigio a lo mejor se hubiera minimizado el dolor de patria por lo ocurrido el 19 de noviembre de ese mismo año cuando se leyó el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que convirtió el dibujo de los límites del Archipiélago en un mamarracho sin ‘justicia’ que busco con el capricho de escuadra y compás darle a Nicaragua lo que nunca les ha pertenecido. Lo rescatable de ese año fue la presencia de Kassav en el Green Moon. Eso fue un alivio a tantas falsas y malas noticias.
‘Parece que fue ayer’, cuando se informó la cifra de la inversión: 24.380 millones de pesos, para lograr que el consumo de diésel sistemáticamente se fuera acabando y cambiar esa fuente energética por la combustión de las basuras.
Pero nada entre junio y noviembre de ese año 2012 solo hubo silencio de esas máquinas y la pérdida de una buena parte del mar ancestral. La única que habló fue la Contraloría, que informó sobre 12 hallazgos, pero nadie la escuchó, ni a nadie le importó que algo raro pasara con la construcción de la planta.
Llegó el 2016 y ‘Oh qué será, qué será, que será, lo que se comenta en cafeterías, calles y hasta en los aviones, sobre la privatización de ese excelente negocio que se desprende de la generación de 1,8 megavatios por cada 28 toneladas de basura.
Y qué pasaría con el proyecto paralelo del parque eólico que tendría una capacidad de 7,5 megavatios que reemplazaría lo que la basura no alcanzara a generar.
La expectativa alcanzó grandes sueños como el ahorro de lo que el gobierno invierte en la energía de la isla y con lo cual la cifra de 90 mil millones pasaría a 40 mil millones de pesos anualmente. Sin contar con la disminución de emisiones de CO2.
Por ese entonces hasta Alicia, la del país de las maravillas pensó que podría venir a San Andrés a disfrutar de este prodigio y convertirse en ‘paña’ sin tarjeta Occre, pero se arrepintió a tiempo por simple humanidad al ver la terrible superpoblación que cada día genera más basura sin que rugan los motores de la planta RSU.