A Kennedy Gordon la tragedia de ver su casa reducida a cenizas, le produce lágrimas de tristeza por los miles de detalles, muebles de finas maderas, manteles, y cortinas bordadas a la vieja usanza isleña, fotos en sepia o blanco y negro que guardaban sonrisas y momentos felices de la vida de los abuelos. La tristeza es múltiple si se piensa que eran parte de las tradiciones de la familia pero también de la isla en general. Aunque también los ojos se le anegan cuando recibe la solidaridad de sus amigos, de las autoridades, pero especialmente cuando los niños lo buscan y le llevan algo de dinero y en la mañana, de camino al colegio lo saludan gritando su nombre desde la carretera, como una señal de solidaridad y cariño.
Con motivo de un encuentro de amigos que se organizó en Yellow Moon de San Luis, para conseguir fondos para la reconstrucción de la casa de Kennedy, se escuchó de labios de él mismo que “No tengo palabras para tanto agradecimiento, la gente está conmigo, me conoce, trabajé 30 años con los Seguros Sociales, he sido líder, he colaborado con toda la comunidad y esta es la respuesta, todo el mundo está conmigo y con mi familia, todos los días veo diferentes caras, vienen donde mí, me saludan, están pendientes, me siento muy feliz, estoy muy feliz, a pesar de la gran pérdida.
Estoy agradecido con la Policía, con la Fuerza Aérea, las iglesias, en especial a la Iglesia Adventista, que me han colaborado con la parte humana.
Kennedy Gordon no es tan apegado al dinero o de las cosas materiales, aprendí de niño a tener poco y ese poco lo construí en 37 años, muy lentamente, por eso hoy estoy muy preparado para esto, porque estoy vivo en el sentido que tengo fuerza, vitalidad, no estoy enfermo, me siento muy fuerte.
Yo hubiera querido ver mi velorio, por ahí desde atrás, pero el día del incendio yo lo vi, vi quienes llegaban y el 99 por ciento de la gente llegó más afectada que yo. Lo sentí de esa manera, lo sentí así, la gente estaba muy preocupada por mí.
Toda la familia está bien, nadie resultó lesionado.
Lo que se quemó correspondía a un trabajo de 37 años, no se está hablando de una casita, sino de tres casas con una arquitectura muy autóctona, fue construida con muros de contención y con protecciones, con doble cubrimiento.
El valor es incalculable por los recuerdos y tradiciones que guardaban y porque tenían belleza. Una vez unos extranjeros que llegaron a San Andrés, quisieron comprarla por 600 millones de pesos, pero les dije que no porque para mí era muy valiosa, no tenía costo, porque ahí murió mi abuela, no era un valor que perteneciera a Kennedy sino a toda la familia Gordon.
Yo me crié con los abuelos con sus cosas que ahí estaban hasta el día del incendio, ahora estoy preparando a mis hijos.
Me gustaría reconstruir la primera casa, donde murieron los abuelos, era la casa más bonita, donde la gente pasa y ve la belleza de lo tradicional, pero si Dios me da la fuerza la voy a construir”, aseguró.
La administración departamental ha estado pendiente desde la noche del incendio pero no le han dado ninguna ayuda.
Con Sopesa hay buena relación, “ellos mandaron una trabajadora social y a otro funcionario para la evaluación y estamos en contacto y hay buen entendimiento.
A toda comunidad en general un agradecimiento, hasta los estudiantes que me traen los diez mil o veinte mil pesos, o pasan en los buses para el colegio en las mañanas y me gritan saludándome ¡Kennedy! Eso no se compara con nada, me siento feliz, hoy necesito paz y amor, quiero mucha paz. Pienso crear una Fundación, quiero liderar un proceso con la comunidad para estar pendiente de quienes tengan problemas o sufran algo como lo que sufrí”, concluyó.