Un bus con sillas Rimax, el colmo de la ordinariez.El ejemplo que da la naturaleza que se disfruta en San Andrés de entregar lo mejor y lo más bello como los matices azules del mar, los cayos, las palmeras, las playas, las inmaculadas crestas de las olas, contrasta con el mal gusto del algún funcionario de una empresa turística que decidió traer un viejo autobús de aquellos que recuerdan unos ‘jurásicos’ ejemplares que sirvieron en Bogotá y que fueron denominados como ‘Municipales’, que a propósito muy pocos los recuerdan.
Pero uno de ellos pintado de blanco y con el mal gusto extremo de ponerle sillas Rimax, fue traído a San Andrés como la nueva atracción en los recorridos con turistas, como si la gente que viene de vacaciones no mereciera un servicio moderno, cómodo, que se note que hay esmero en la concordancia de entre lo se ofrece por presentación y la calidad y lo que realmente se suministra.
No es justo que se traigan estos ‘armatostes blanqueados’ como la gran cosa para sumarlos a los otros buses remedos de los buses ‘escalera’ o ‘chivas’, pero que no son tal, sino más bien unos cajones de madera montados sobre chasises de volquetas.
La gente que viene no es tonta y reconoce la calidad y el buen servicio, no es justo que se pretenda hacer pasar un equipo ‘hechizo’ como una atracción especial. No es justo.