A mediados de 1996 llegó a la isla el artista brasileño a amenizar concierto cristiano.
Por César Pizarro B
Realmente no recuerdo con exactitud qué fecha fue (a mediados del año 1996), solo recuerdo que como antesala de su concierto en la isla, atendió una rueda de prensa con periodistas locales, a la que tuve el privilegio de asistir en el hotel Royal San Andrés, un hotel tipo ejecutivo ubicado sobre la avenida Duarte Blumm, frente al asadero de pollos Kikiriki.
Mi presencia ahí fue tanto periodística como de admiración por esa fabulosa voz de la música romántica, bolero y cristiana. Era Nelson Ned de Ávila Pinto, conocido mundialmente como el “Pequeño Gigante de la Canción”.
También recuerdo que fue traído a la isla por la organización de una de las congregaciones religiosas más concurridas de los últimos tiempos en San Andrés para un concierto de música cristiana; género al que pertenecía hacía mucho tiempo y en la última etapa de su brillante carrera musical. También recuerdo que fui a su concierto donde además de su recital de música cristiana también hizo una perorata de su experiencia de vida personal; sus éxitos, sus excesos y su conversión al cristianismo. De sus canciones ahí interpretadas sobre una tarima del viejo estadio de béisbol Wellingworth May, la única que yo conocía era “La Biblia”. Sus demás melodías para mi gusto, resultaban “mundanas” para los organizadores y asistentes del certamen.
Y si no tengo fotos de él en la isla para ilustrar esta nota es porque para entonces los teléfonos celulares apenas llegaban en versiones análogas, sin cámaras digitales como hoy día. Instagram, Facebook y Twitter aún eran incipientes o no existían y eran mis tiempos de radio cuando andaba con grabadora y no con cámara, además que no acostumbro hacerme fotos con famosos. Por esa misma razón apelé a Daniel Newball para saber si él tenía fotos ya que es muy cercano a la congregación religiosa que lo trajo a San Andrés, y él a su vez llamó a pastores y feligreses de la Iglesia Bautista Hispana, que eran quienes podían tener alguna foto, pero su misión fue infructuosa. Llamé entonces a José Sabbah, cuya colección fotográfica con todos los artistas nacionales e internacionales que han pasado por la isla es fantástica y en alguna ocasión debi haberlo visto junto a Nelson Ned, pero no me resultó exitosa la comunicación. En fin, y como no pude hallar ningún vestigio fotográfico de su presencia en la isla, me tocó apelar a la red mundial de internet para ilustrar este escrito con una imagen de las tantas que hay en la web.
Repasando por estos días de su muerte, su biografía, encuentro que además del gusto y la fascinación por su música, compartía con “El Pequeño Gigante de la Canción”, signo zodiacal, ya que ambos somos piscianos por virtud de cumplir casi juntos; él un día después que yo. La vida del intérprete brasileño estuvo marcada por la fama y los excesos. Nació en la región Minas Gerais el 2 de marzo de 1947. Por una enfermedad llamada displasia espondiloepifisaria, sólo llegó a alcanzar la estatura de un metro con 12 centímetros.
La leyenda
A los 15 años trabajaba como mensajero en una fábrica de chocolates. Empezó a cantar haciendo promoción del producto en las escuelas, «tenía mucha facilidad para los idiomas, cantaba en español, en italiano, la gente se volvía loca». Cuando participó en el programa televisivo «Un cantante por un millón, un millón por una canción», llamó la atención de un ejecutivo que le ofreció un contrato. Una decepción amorosa lo llevó a escribir poemas que después se convertirían en famosas canciones como «Todo pasará».
En 1967 trabajaba en cabarets y programas de tv y poco después comienza su internacionalización al cantar en Nueva York, pero con la llegada de la fama también comenzaron sus excesos. «No eran parrandas sociales, era yo con dos o tres mujeres encerrado en la suite de un hotel. Yo era bueno para hacer lo malo y hacerlo bien, sería cómico si no fuera trágico», señaló en una entrevista.
En 1974 pisó el escenario del Carnegie Hall con el tema «Happy day my darling», un escenario al que sólo habían tenido acceso leyendas como Frank Sinatra. Es en ese año cuando pisa México, donde no era tan conocido, pese a tener ya tres éxitos como «Todo pasará», «Si las flores pudieran hablar» y «Déjenme si estoy llorando».
Dos años después tuvo problemas de la vista y estuvo a punto de quedar ciego, por lo que fue la primera ocasión que trató de acercarse a Dios, pero poco después recayó en sus adicciones. «Yo era un enfermo sexual, tenía una filosofía de que la mejor mujer era la siguiente», comentó el brasileño, que ofrecía cocaína a mujeres a cambio de sostener orgías, e incluso reveló que nunca se cuidó. Debido a que sus tres hijos nacieron con la misma enfermedad que él, tuvo que someterse a una vasectomía. Desde hace varios años enfrentaba problemas de salud, que se agravaron en 2003 por un Accidente Cerebro Vascular. El cantante falleció a los 66 años en la región de Sao Paulo. Con información de Internet