Los sectores de El Cocal, Santana y El Cliff comparten la misma miseria, marginalidad, dramas humanos de pobreza y violencia, falta de oportunidades, carencias de servicios entre muchos otros males. Incluso comparten los mismos gustos por la música de pick ups, costumbres casi similares y hasta el mismo espacio físico.
Entre el primero y el segundo no existe límite ni frontera física que los separe, más bien hay una barrera invisible e inexistente; quizás sea la casa de Fulano o la de Mengano la que se constituya en el referente de donde comienza un barrio y donde termina otro.
Y entre los primeros dos y el tercero, el único límite es la avenida Juan 23, una vía que con facilidad se puede cruzar de El Cliff hacia el norte y en escasos pasos ya se está en Santana.
Entonces la pregunta es porque los muchachos de uno y otro sector insisten en matarse entre sí, seguramente rivalizando por cosas banales que no deberían dar para crear una batalla campal donde se quitan la vida a temprana edad y truncan los sueños de jóvenes que apenas están despertando a la vida.
Por el contrario, lo que tienen son motivos para luchar juntos y buscar salir adelante. Son una enorme fuerza en potencia en gran periodo de productividad y creatividad que si se juntaran podrían generar procesos importantes de transformación juvenil, laboral, educativa o deportivo.
Debe nacer del liderazgo social de esos sectores alguna iniciativa dirigida a provocar una integración pacifica de los muchachos de ese amplio sector residencial del Centro de la ciudad en uno de los más amplios cinturones de marginalidad que requiere de mayor presencia social de los Gobiernos y las autoridades, a efectos de promover procesos de desarrollo integral de los muchachos de la zona.
Esta semana ocurrió un hecho bastante importante como parte de uno de los programas oficiales dirigidos a desarmar la población, para lo cual un joven que andaba armado, decidió desarmarse y entregar a las autoridades el elemento con el que se podría haber causado daño a la integridad física de cualquier otra persona, pero que por iniciativa propia prefirió deshacerse de esa vida de violencia a cambio de un elemento de trabajo o estudio. Iniciativas como esas deben promoverse con los chicos de la zona, de la mano de proyectos productivos o deportivos que le de oportunidades a los jóvenes y les quite tiempo de ocio.
Control a los abusos del ruido
De otro lado resulta afortunado el proyecto de nuevo Código de Policía promovido por Luis Carlos Villegas, ministro de Defensa Nacional, que pretenden la protección del ciudadano y la sana convivencia, con medidas como, procedimientos policivos que se resolverán en 36 horas, así como, facultades a las autoridades para ingresar a un bien inmueble y desactivar el equipo de sonido cuando se esté violando el nivel de ruido permitido, con lo que se pretende garantizar la sana convivencia en barrios, edificios y áreas residenciales en materia de ruido y fiestas caseras, para regular la apertura y funcionamiento de establecimientos comerciales y, especialmente, para combatir el robo de celulares.
Por ejemplo, hoy en día cuando hay una fiesta altamente ruidosa en un vecindario solo es posible solicitar al organizador que baje los niveles de ruido; el proyecto de nuevo Código faculta a la autoridad de policía hasta para desactivar la fuente del ruido y de esta manera, restablecer la tranquilidad del vecindario.
También el proyecto otorga facultades para imponer multas y acciones pedagógicas para quienes protagonicen, inciten o participen en riñas callejeras o confrontaciones violentas que deriven en agresiones físicas.
Esta sería una norma que ayudaría a acabar con tanto conflicto que está generando guerras entre adolescentes y peleas que como la de la semana pasada dejó dos víctimas mortales, entre ellas una inofensiva y laboriosa mujer que fue víctima de la irracional venganza de las peleas entre muchachos solo por la infortuna de ser familiar de uno de los agresores.